Por Psic. Alejandro Silva

Usualmente las personas no piensan mucho acerca de cómo influye en su personalidad el ser de una determinada nacionalidad, lo hacemos hasta que notamos contrastes con personas extranjeras o nosotros mismos nos encontramos en otro país. Sin embargo el país y la cultura en la que nacemos, resultan fundamentales en nuestra identidad pues se vuelven el terreno que da las condiciones para nuestro desarrollo.
Así como los vinos y sus características de olor, sabor y color dependen de la región y el terreno dónde se plantan las uvas, la nacionalidad define muchas de nuestras características.
Ser mexicano es uno de los aspectos más importantes en la identidad de más de 100 millones de habitantes del planeta. Suele decirse, de los latinoamericanos en general, que somos personas “cálidas”, es decir que tendemos a ser afectuosos y expresivos. Esta es una de las principales características de los mexicanos que filtran y definen la forma en que vemos el mundo, hay un predominio de las emociones y los vínculos por encima de las razones o realidades externas.
Una de las particularidades de los mexicanos es que tendemos a ser muy apegados a las familias, y a hacer redes de apoyo con la comunidad que nos rodea. Estas son características comunes en sociedades donde hay dificultades económicas, pues el apego al núcleo familiar o comunitario facilita muchas condiciones para la supervivencia. Dentro de entornos económicamente inestables, es más conveniente mantener vínculos y relaciones que brinden la estabilidad que no se encentra fuera del núcleo.
La tradición del día de muertos es un buen ejemplo de la importancia de los vínculos, por encima de la realidad externa. Muchos extranjeros se sorprenden de que en México se celebre la muerte, pues como hecho real es algo definitivo, temido e irremediable; se considera poco grato tratar con asuntos relacionados a la muerte, y es casi impensable celebrarla.
En México el festejo celebra el vínculo que se tiene con los muertos, ese día regresan a la vida y disfrutan de los placeres terrenales, es posible celebrar la muerte porque se puede conservar viva la relación con los que ya no están. Si no predominara en nuestra visión la importancia de las relaciones, por encima de los hechos externos, la muerte no tendría una celebración.
En lo más cotidiano, los mexicanos nos motivamos más cuando en el trabajo tenemos un buen ambiente de trabajo, los salarios, prestaciones y prestigio son menos importantes que una buena relación con nuestro jefe o compañeros. En general, los mexicanos preferimos sentirnos queridos por los demás, en contraste con otras culturas donde el éxito individual es más valorado. El sueño americano de triunfar a partir del sudor propio, es distinto de las empresas familiares que se hacen en México, donde predomina la importancia de las relaciones interpersonales.
Por supuesto que cada quien desarrolla y vive de forma particular su identidad como mexicano, y hay muchos más aspectos en nuestra cultura que favorecen ciertos tipos de comportamiento por encima de otros, pero vale la pena considerar el apego y la importancia de las emociones como parte importante de la identidad del mexicano para entender cómo estos pueden incidir en nosotros mismos.