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Mtro. Alejandro Silva Antúnez

Psicólogo y Psicoanalista

(Cédula 08720770)

Atención psicológica para adultos, adolescentes y niños.

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Consultorio: (55) 6647 5665 (recados)

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martes, 20 de octubre de 2015

Fobias y Crisis de Angustia

Una fobia se define como un miedo irracional y persistente que se manifiesta ante la presencia o anticipación de contacto con un objeto o una situación particular y bien identificada. Las fobias se consideran un tipo particular de trastorno de ansiedad por los síntomas que desarrollan las personas que las padecen. 

Fobias

El temor hacia el objeto de la fobia puede llevar a la persona fóbica a presentar un ataque de pánico, que es un episodio muy agudo de angustia en la que se tiene la sensación de correr un peligro de muerte y se acompaña de los síntomas físicos característicos como taquicardia, sudoración, hiperventilación, etc.

Hay dos elementos importantes que ayudan para distinguir las fobias de otro tipo de trastornos de ansiedad. El primero tiene que ver con la naturaleza exagerada de la reacción ante objetos o situaciones que racionalmente hablando, no representan un peligro real para la persona. Esta desproporción irracional en el miedo es reconocida por la misma persona que sufre la fobia, pero a pesar de ello se siente amenazada por el objeto o situación.

El segundo elemento es que el objeto de la fobia está bien identificado, es decir que se reconoce qué cosa o situación es la que despierta la angustia en la persona. No es un miedo ni una angustia generalizada, sino que está claramente asociada con algo en particular. Algunos objetos comunes causantes de fobias incluyen las inyecciones o procedimientos médicos o algunos animales como ratas o arañas. Por su parte algunas situaciones fóbicas usuales incluyen encontrarse en espacios cerrados, el temor a las alturas o a volar.

Hablando de manera cotidiana, todos tenemos ciertas “fobias”, todos sabemos que hay animales, objetos o situaciones que preferimos evitar o que nos despiertan ansiedad o repulsión, pero estas no son propiamente fobias ya que no limitan nuestras actividades. Una fobia se considera problemática cuando afecta la vida cotidiana de las personas, es decir que estorba para la realización de las actividades diarias como el trabajo o la socialización.
fobias y ansiedad
Una persona con una fobia verdadera llevará a cabo sus actividades alrededor de su miedo buscando la manera de evitar encontrarse con aquello que teme. Imaginemos que el objeto fóbico es vivido por la persona como si fuera un león hambriento come-humanos, uno haría todo lo posible por evitar un encuentro con algo tan terrorífico, incluso si evitarlo implica dar una vuelta enorme y un gasto adicional de energía, para la persona fóbica este esfuerzo adicional vale le pena.

Generalmente las fobias se desarrollan por medio de un mecanismo que en psicología se conoce como “desplazamiento”. En el caso de las fobias este mecanismo consiste en desplazar al objeto de la fobia todo el miedo y la angustia que generan otras situaciones y concentrarlas en un sólo objeto, digamos que este objeto o situación se vuelve una condensación de todos los temores de una persona. Así podemos imaginar un poco mejor lo que es vivir con una fobia, imaginemos que nuestros peores temores están representados por una sola situación o cosa, con toda razón esta se vuelve tan angustiante.

Hay algunos tratamientos para las fobias, algunos de ellos consisten en ir acercando poco a poco a la persona con los objetos de sus fobias, primero guiándola a pensar en ellos, luego a través de hablarlos, quizá después ver imágenes y videos, hasta que pueda estar en contacto con el objeto en sí mismo. 

Esto se hace acompañando a la persona y ayudándola a controlar la angustia que se va despertando en ella en cada escala del proceso. La intención es desarrollar en la persona la sensación de confianza en que puede controlar su angustia, se le brindan herramientas para hacerlo y así se le ayuda a recuperar el control sobre sí misma y que había perdido ante la fobia.

Otra alternativa consiste en descubrir y analizar cuál es el origen u orígenes de la fobia, es decir identificar y resolver la fuente de la angustia. Como se explicó anteriormente, la mayoría de las ocasiones lo irracional del miedo en la fobia es indicio de que el temor realmente proviene de otras fuentes y que el objeto fóbico sólo es aquel donde se desplazó. 

La ventaja de este enfoque es que ayuda a resolver la angustia desde el origen, evitando que vuelva a manifestarse ante otra cosa o situación.

Texto tomado del nuevo sitio www.alejandrosilva.mx

domingo, 8 de marzo de 2015

Dolor emocional: ¿Por qué nos duele el rechazo?

¿Qué es el dolor emocional?

El dolor emocional se refiere al displacer que experimentamos internamente ante eventos que lastiman nuestra propia imagen, nuestra autoestima o que nos provocan sentimientos desagradables como el desamor, la decepción, el rechazo o similares.

El dolor físico que nos provoca un golpe o una enfermedad orgánica puede ser fácilmente ubicado en alguna parte de nuestro cuerpo, por ejemplo la piel o el intestino. Por otro lado, el dolor emocional carece de una ubicación específica en nuestro cuerpo, esta característica de ninguna manera lo hace menos real o intenso, de hecho nuestro sistema nervioso (específicamente la corteza cingular anterior de nuestro cerebro), registra el dolor de las emociones del mismo modo que lo haría con el dolor físico.

Metafóricamente se localiza al dolor emocional en un corazón roto, o en la forma de un nudo que se enrosca en la garganta. Incluso se le confunde con otras sensaciones físicas cuando no sabemos identificar nuestras emociones.

Que el dolor emocional carezca de una ubicación precisa y concreta en nuestro organismo se debe a que surge a través de la interacción que tenemos con nuestro entorno, de la convivencia con otras personas, seres y objetos en los que vertimos nuestros afectos, de expectativas, deseos y temores que construimos para invertir nuestras emociones.

El mundo exterior, la sociedad, la cultura, etc., se convierten en los proveedores y acreedores de nuestras emociones, y es cuando el flujo libre de estas se ve interrumpido por algún motivo que sentimos dolor emocional.

Hay algunos tipos experiencias que generan un dolor emocional, sin duda el rechazo es una de estas y genera en nosotros infinidad de emociones y sensaciones desagradables. Existen muchas razones por las que el rechazo no suele.

En el contexto del que estamos hablando, el rechazo se refiere a la no aceptación de un rasgo particular o a la entidad completa de nuestra identidad. La identidad es el resultado que unifica el inmenso conjunto de factores que nos hacen ser quienes somos hoy en día, a través de nuestro desarrollo vamos adquiriendo la capacidad de querer a otros y a nosotros mismos gracias a la interacción que tenemos con ellos.

En la medida en la que somos queridos, por ejemplo por nuestros padres, adquirimos la capacidad de querernos a nosotros mismos, es decir de tener cariño y cuidado por lo que somos. Esta capacidad ayuda y garantiza que podamos continuar nuestro desarrollo y que nos sintamos competentes, capaces de amar a otros y merecedores del amor de otros.

Cuando somos rechazados sentimos en riesgo nuestra confianza y nuestra aptitud de ser merecedores de amor. El rechazo corta el intercambio, previamente armonioso, de afecto entre el exterior y nosotros mismos, más aún, cuando la vivencia de rechazo es grave corta inclusive el afecto que podemos sentir por nosotros mismos y nuestra identidad, llegando a casos en los que buscamos ser otra persona o cambiar, no por convicción, sino con el objetivo de recuperar el equilibrio de cariño previamente perdido.

Uno podría preguntarse de parte de quién duele más el rechazo, una pregunta difícil de contestar por lo únicas que resultan ser las experiencias y las historias de cada uno de nosotros, sin embargo podemos tratar de dar una respuesta general y tomando en cuenta algunos contextos, por ejemplo, en términos de desarrollo el rechazo más doloroso que podemos experimentar es el de nuestros padres o cuidadores.

Una madre cuida y ama a su hijo simplemente porque es su hijo, sólo en el plano emocional dicho intercambio es parejo, pues la mamá disfruta tanto como su bebé la interacción que tienen, aunque claramente sólo el primero depende de la madre para su supervivencia.

Con nuestros cuidadores desarrollamos o no la convicción de ser aceptados y amados incondicionalmente por el sólo hecho de ser nosotros mismos, es la carga inicial de aceptación con la que partimos rumbo al resto de nuestro desarrollo. Más adelante se espera que tengamos ciertas conductas, actitudes u otras cosas para ser aceptados y queridos, por ejemplo ser amables, tener buenas notas, ser inteligentes o chistosos, etc.

rechazo social

A todos los intercambios futuros que tenemos en nuestras interacciones afectivas con otros, subyacen las pautas de relación adquiridas con nuestros padres, incluso en cuanto a la aceptación y cariño que tenemos de nosotros mismos, aprendemos a amarnos como sentimos haber sido amados por otros.

En términos de cercanía afectiva, los rechazos duelen más cuando provienen de las personas que más queremos. La razón de ello es que con quienes somos más cercanos compartimos más de nosotros mismos, sentimos que tienen un entendimiento más profundo de quienes somos y esto se debe a que confiamos más en ellos. Además el intercambio emocional es mayor, yo quiero más a esta persona que al resto y esta persona me quiere más a mí que a los demás, en esa medida es garantía de mí potencial para ser amado y para brindar cariño.

Si sufro un rechazo de alguien muy cercano, es más probable que sienta que rechaza más aspectos de mí puesto que los conoce, o que los aspectos buenos míos no sean suficientes para compensar los que no lo son y causan el rechazo. Dicha persona, por su cercanía, tiene el potencial de cambiar la percepción que tenemos de nosotros.

Sin duda el rechazo genera una de las experiencias más dolorosas en términos emocionales, el rechazo de alguien más hacia nosotros resulta doloroso por sí mismo, máxime cuando esta persona es significativa para nosotros, sin embargo lo más grave es cuando el rechazo proviene de nosotros mismos, como si hubiésemos hecho nuestras las opiniones negativas que otros tienen sobre uno mismo, o no hubiéramos podido cargar suficiente batería para aceptarnos. En estos casos, el dolor emocional que genera el rechazo se experimenta de manera continuada.

lunes, 5 de enero de 2015

Selfies y Narcisismo: La identidad a través de otros

A continuación comparto con ustedes el trabajo que tuve oportunidad de presentar en el VII Congreso de Psicoanálisis de la Sociedad de Psicoanálisis y Psicoterapia de la SPM que se llevó a cabo en la Ciudad de México el día 25 de octubre de 2014. El enlace original del artículo es: http://alejandrosilva.mx/narcisismo-y-las-selfies-la-identidad-traves-de-otros/

En 2013 el término “selfie” fue nombrado como la palabra del año por el Diccionario Oxford que la define como “Una fotografía que uno se toma a sí mismo, típicamente con un teléfono inteligente o una cámara web y se comparte a través de redes sociales”. El uso del término selfie se incrementó en un 17,000% del 2012 al 2013 y actualmente hay más de 183 millones de fotografías etiquetadas como selfie en Instagram. (Oxford Dictionaries Blog)

Es evidente el aumento exponencial en el uso y difusión de las selfies, sin duda la plataforma tecnológica que permite que estasfotografías sean tan sencillas de producir y difundir ha favorecido este fenómeno, sin embargo también es claro que si esta plataforma se ha creado y robustecido, ha sido para responder a un deseo por tomar ycompartir imágenes de uno mismo en la red. ¿Qué motivación tenemos para ello?

Algo característico de las selfies es que el protagonista de la toma somos nosotros mismos, el entorno que nos rodea sirve de contexto.Somos nosotros mismos en una playa, presentando en un congreso, en el gimnasio, con alguna celebridad, cocinando, etc. Que las selfies se traten de nosotros mismos dice mucho sobre la motivación que subyace a este fenómeno, se le conoce como narcisismo a la investidura libidinal del yo.

Tomar y compartir una selfie es una manera de decir “este soy yo”, la imagen reflejada en la pantalla del celular sintetiza en una toma algo de nuestra identidad, a partir de dicha fotografía se puede decir algo acerca de nosotros. El reconocernos a nosotros mismos a través de una imagen unificadora es un logro fundamental del estadio del espejopuesto que abre la posibilidad al sujeto de tomar a su propio yo como objeto de amor.

Este proceso puede observarse entre los 6 y 18 meses de edad cuando el pequeño aún sumido en la impotencia propia de la inmadurez biológica con la que nace el humano asume con júbilo su imagen en el espejo que le refleja la forma total de su cuerpo, su yo. El júbilo con que se asume dicha imagen se debe al contraste de la experiencia fragmentada que el bebé vive de sí mismo antes de identificarse con la imagen armónica e integrada con que la es devuelto su reflejo.

En este orden de ideas, la consolidación del narcisismo es un logro fundamental para el equilibrio psíquico y marca un punto de inflexión respecto al caos y la fragmentación previos. Esta imagen del espejo se origina gracias a la mirada y al deseo del Otro, en este caso la madre. Nos identificamos a partir de lo que ella o quien ejerza su función refleja y reconoce de nosotros, con base en dicho reflejo comenzamos a definir lo que somos, generándose la matriz para futuras identificaciones. Nos conocemos a nosotros mismos a partir de otro.

Una carencia importante en el espejeo puede provocar una pobre integración de la identidad en un sujetodebido a la falta de investidura libidinal quefacilite la integracióndel yo. La difusión compulsiva y masiva de selfies puede deberse a una falla en este proceso. En estos casos las selfies podrían tener la función de “adhesivo”libidinal y ser un intentoparacontrarrestar la angustiante sensación de fragmentación como la que acompaña al bebé cuando se vive presa indefensa frente a la pulsión de muerte, el caos antes del yo.

Si para ser y existir necesito la mirada de otros que libidinicen mi yo, quizá pueda conseguir la sensación de existencia y de ser visto invadiendo el espacio virtual con imágenes mías. De manera paradójica quizá lo que muestren sea justamente la fragmentación de su identidad a través de la multiplicidad de imágenes suyas en la red. La imposibilidad de organizar la propia experiencia de manera coherente y cohesiva puede señalar una falla básica la integración del sí mismo.

Quizá el aumento en el uso de las selfies también pueda deberse a la dificultad que actualmente experimentamos en nuestra sociedad para procesar e integrar tantos estímulos que recibimos del mundo externo. La imagen, y no la palabra,sería el nuevo organizador de la experiencia, en este sentido la selfieviene a sustituir a la conversación para expresar cómo la pasé en equis lado, perdiéndose mucho de la expresión e intercambio de los significados de la experiencia.

Por supuesto que no todo aquel que se toma y publica selfies sufre de una angustia de fragmentación y necesita encontrar miradas que le ayuden a integrar su yo. El hecho de compartir una selfie no dice mucho por sí mismo y sólo adquiere sentido en función de lo que signifique para la persona en el momento en que la comparte.

Partiendo de la premisa de que una selfie es una representación de nosotros mismos que se comparte con otros, pienso que debemos buscar su significación en el campo intersubjetivo.Por ejemplo, lo que una persona considera como un atributo de valor del sí mismo, dice mucho sobre cómo ha sido mirada esa persona por sus otros significativos y lo que en su reflejo ha reconocido como valioso de sí mismo, es decir que podemos observar cómo ha introyectado la relación con sus objetos idealizados en la manera en que se relaciona consigo mismo y con los otros que afirman o niegan su valoración narcisístico.

Una de las motivaciones del sujeto puede ser la de encontrar su yo-ideal en la mirada de los demás, este es el deseo narcisista, que en esencia consiste en sentirse único, diferente y superior a todos los demás. Recordemos que la imagen unificada con la que nos identificamos en el estadio del espejo es eso, un espejismo de lo que quisiéramos ser, este Yo-Ideal siempre tendrá esa característica de ficción e ilusión pues es fundado en la relación entre la madre idealizada que a su vez idealiza a su bebé.

Una selfie en un restaurante nuevo y muy elegante puede adquirir significados distintos dependiendo de cada sujeto. Para unos el valor narcisista depende de que se les reconozca su capacidad económica para asistir a dicho lugar, habrá otros que se acerquen a su yo ideal sólo bajo la condición de que se les reconozca como gourmets por su buen gusto por la comida, o por conocer los lugares de vanguardia. Incluso habrá aquellos que se reconozcan valiosos si son representados como sociables al compartir el momento entre amigos.

En términos del deseo narcisista, el sujeto va a buscar recibir a través de la mirada de los otros el reflejo de la imagen que representa a su yo ideal.La herida narcisista es intolerable pues excluye al sujeto del deseo del otro. La lógica del Edipo responde al deseo de ocupar un lugar de privilegio para el otro, hay uno que elige y dos que pueden compararse. 

Mientras el sujeto se encuentre en una lógica de exclusión, la rivalidad con el tercero por la preferencia del otro, da lugar al triunfo o a la derrota narcisista. O yo o el otro. Los atributos que posea determinado sujeto se representan como medios para alcanzar dicho deseo.

Quizá esto sirva para explicar por qué a pesar de que el ángulo en que se toman la selfies es tan desfavorable para la estética de la persona, hay quienes se empeñan tanto en salir perfectos en ellas, quitando la espontaneidad del momento que capta la esencia del instante fotografiado.Exijen para sí mismos un nivel de perfección que los coloque por encima de los demás, única garantía de ocupar un lugar para el otro. Exigencia que probablemente vivenciaron en la relación intersubjetiva con sus objetos, la demanda de perfección como condición para ser mirado y considerado por el otro.

Sólo más adelante en el desarrollo se incorpora a un tercero que también es deseado por el otro, el sujeto y los otros tienen funciones y ocupan posiciones frente a los demás: que la madre sea pareja sexual del padre, ya no excluye que el hijo varón pueda tener la suya. Los atributos propios son vividos como aspectos que enriquecen nuestra identidad, no como unidades a partir de las cuales se puede hacer un juicio totalizante acerca del sujeto.

El desarrollo de la identidad prosigue su camino a través de futuras identificaciones, la imagen con la cual buscamos identificarnos es aquella hacia la que se dirige el deseo del otro. Primero el yo-ideal del espejo, luego es el rival Edípico quien concentra el deseo del otro y con el que deseamos identificarnos, y así sucesivamente.

Finalmente somos lo que somos, seguimos anhelando fusionarnos con aquella imagen idealizada que creímos ser, sólo que ahora tenemos formas más complejas  y maduras pues nos hemos inventado miles de actividades, de proyectos y de objetos a través de los cuales esperamos y a veces conseguimos recortar esa distancia, a nuestro favor digamos que somos el ideal que hace varios años anhelábamos ser y que ahora disfrutamos de muchas más cosas de las que antes podíamos disfrutar.

De vez en cuando surgen nuevos de atajos que creemos podemos tomar, las selfies pueden ser eso, pero también mucho más. Por lo pronto permítanme tomar una selfie.

sábado, 23 de agosto de 2014

La Adopción: Más que un trámite legal

La adopción se refiere a la creación de un vínculo de parentesco entre dos personas, se crea una relación de paternidad o maternidad hacia un menor. La creación de dicho vínculo puede tratarse desde distintos puntos de vista, por ejemplo el jurídico que establece la normativa sobre los trámites de adopción, regula los derechos y obligaciones de los interesados, etc.

Sin embargo, la adopción implica más que un trámite burocrático y legal, desde otra perspectiva la creación de un vínculo filial-parental requiere de capacidad emocional y psicológica por parte de los padres adoptantes para recibir a un nuevo hijo, así como del adoptado para adaptarse y desarrollarse en un nuevo entorno.

El escenario específico que lleva a una pareja a tomar la decisión de adoptar es muy variado, aun así es frecuente que la dificultad o imposibilidad para concebir biológicamente o llevar a término un embarazo, lleve a la pareja a optar por la adopción de un menor. Si este es el caso, hay que tener presente que la pérdida de funciones biológicas también conlleva un proceso de duelo que trae consigo sentimientos de enojo, tristeza antes de llegar a la aceptación.

Es importante que la pareja tenga conciencia de los sentimientos y fantasías que emergen en ellos ante la pérdida de la posibilidad de tener hijos biológicos, esto supone una herida que poco tiene que ver con la capacidad de ser mamá o papá en el sentido de la crianza de un hijo, pero que  muchas veces genera miedo, culpa y enojo hacia la pareja.

Durante el duelo por la pérdida de esta función biológica, surgen dudas y fuertes cuestionamientos acerca de la capacidad de uno para ser padre, se siente vergüenza por sentir la pérdida como una incapacidad ante algo que “uno debería poder hacer”, surge enojo y hacemos reclamos a la pareja a la que en realidad están dirigidos a nosotros mismos. Conforme elaboramos todas estas emociones, podemos comenzar a tener nuevas esperanzas de ser padres y sentimos posible reparar el daño que inicialmente sentimos haber sufrido.

Cuando la decisión de adoptar surge como consecuencia del proceso de duelo, es el resultado del deseo de ser padres, y no como remedio o escape para la frustración, dolor y/o enojo que la pérdida provoca. La diferencia entre una u otra alternativa es enorme, en el primer caso tiene que ver con la esperanza y rescate de nuestro profundo deseo de tener un hijo, mientras en el segundo tiene que ver con el deseo de quitarnos un dolor.

Si bien todo aquel que está por convertirse en mamá o papá tiene una conglomeración de sentimientos, deseos, miedos e ideas sobre lo que le espera en su experiencia como padre y sobre cómo será su hijo/a, en el caso de los padres adoptivos dicha conglomeración suele estar más próxima a la superficie de la consciencia. Usualmente los padres adoptivos tienen la opción de elegir el sexo del menor, pero junto con esa certidumbre se agolpan un montón de dudas sobre la apariencia del niño, su origen, su estado de salud, etc.

Cuando por fin se recibe al menor en casa inicia el periodo de acoplamiento. El vínculo afectivo es algo que se construye, no está dado de inicio. Inicialmente sólo tenemos el deseo, las ganas y esperanzas de ser padres, con eso arropamos al menor y todo ello, las dudas y anhelos,  se van comprobando o descartando con la realidad del menor que tenemos ante nosotros, aprendemos a conocerlo y a conocernos en una nueva faceta.

Es importante recordar que habrá ambivalencia en nosotros, es decir tanto sentimientos lindos de reconocer, como sentimientos difíciles de reconocer hacia el bebé y hacia nosotros mismos, pero hay que tener en claro que esto no es exclusivo de los padres adoptivos, también los padres biológicos los tienen hacia sus bebés.

Conforme vayamos conociendo a nuestro hijo y confiando cada vez más en nuestra capacidad para cuidarlo, podremos ir apropiándonos del rol de mamá o papá que tenemos hacia él y del mismo modo el bebé se irá sintiendo integrado y apegado a nosotros. La edad del menor que hayamos adoptado es un factor importante a considerar dentro del proceso de adaptación, estar bien informados acerca de las características y desarrollo de niños de su edad puede servir como referencia para entender si presentan cierto tipo de ansiedad o son particularmente reactivos a cierto tipo de conflictos.

Tener preparado un espacio para recibir al niño como puede ser haber preparado y acondicionado su cuarto, tiempo en nuestro día para estar con él, atenderlo, etc., es una de las maneras prácticas de ir preparando igualmente un espacio en nuestras mentes y emociones para el menor. En la medida en que pensamos en él o ella y sus necesidades, en preparar o comprar cosas que puedan gustarle, planear actividades o formas en que pueda estar bien cuidado, nos va preparando para pensar y tener en consideración las necesidades del nuevo integrante de la familia.

Preparar a nuestros amigos y familiares cercanos para la llegada del niño también es importante, si conseguimos que las personas que nos respaldan y que son importantes para nosotros también estén ilusionadas con la llegada de un nuevo hijo, muy posiblemente puedan ayudarnos a nosotros y al bebé a sentirse queridos, aprobados e identificados.


Si todo el proceso de adopción es predominantemente placentero y representa para nosotros la posibilidad de cumplir el anhelo de ser padres para un hijo/a, lo más probable es que no tengamos problemas para hablar abiertamente acerca de la adopción, tanto con nuestro hijo, como con las personas alrededor de nosotros. Cuando el proceso de adopción o lo que esto representa para nosotros resulta conflictivo, doloroso, vergonzoso, etc., es cuando surgen problemas y conflictos para hablar con veracidad sobre ello con nuestro hijo o con los demás. Tras revisar primeramente qué conflictos emocionales puede representarnos la adopción a nivel personal, entonces podremos hablar de ello libre y naturalmente con nuestros hijos. 

miércoles, 23 de julio de 2014

Nuevo Sitio

Te invito a visitar mi nuevo sitio de Internet http://alejandrosilva.mx donde podrás encontrar toda la información actualizada sobre mi consultorio, dirección y datos de contacto. También seguiré publicando los artículos del blog en el nuevo sitio. Gracias

miércoles, 25 de junio de 2014

Psicología del Fútbol. Parte 1

Con motivo del inicio de la Copa Mundial de Fútbol  2014 que se lleva a cabo en Brasil, recibí la amable invitación a participar en el programa de Su Médico Radio que se transmite los domingos a las 10 AM a través de 102.5 MVS, para comentar acerca de las emociones que se despiertan con motivo de este deporte en particular. 


A continuación está el vínculo a través del cuál se puede acceder al podcast de la transmisión. Asimismo aprovecho este blog para ampliar algunos de mis comentarios durante la transmisión.



¿Por qué el fútbol es un fenómeno emocional además de ser un fenómeno deportivo?

El fenómeno del fútbol se puede abordar desde al menos dos perspectivas. La primera es tomando en cuenta al individuo y lo que a este le mueve emocionalmente el fútbol, se trata de determinar qué representa para dicha persona el fútbol. La segunda perspectiva es considerando a este deporte como un fenómeno social, de masas y por lo tanto lo que representa a nivel cultural este fenómeno deportivo .

Como acontecimiento social el fútbol cobra su fuerza a partir del fenómeno de la identificación. Por ejemplo, en la Copa Mundial de Fútbol hay 32 selecciones que representan a sus respectivos países. Ahí es muy claro el primer punto de identificación entre los habitantes de un país y la selección que los representa, si yo soy mexicano posiblemente haya un grado de identificación mío con los jugadores que me representan en el torneo. 

Una vez que se establece una identificación crea un vínculo, es decir un lazo emocional. A mayor grado de identificación, mayor es el afecto que nos une. En principio es como si esos jugadores fueran una especie de avatar de nosotros mismos, y en la medida en que compartimos una serie de características con ellos y nos identificamos casi podemos sentir como si nosotros mismos estuviéramos participando en el torneo y jugando sobre la cancha , es decir vivir como propias las emociones que ellos nos están reflejando.

Sin embargo es importante señalar que la identificación no necesariamente se da gracias a las características reales que podamos compartir con alguien, sino que de hecho resultan más importantes las características que imaginamos, suponemos o deseamos que tengan. Siguiendo el ejemplo anterior sobre la identificación de un aficionado con la selección de fútbol de su país, podríamos decir que  el que sean de nuestro mismo país sólo es el punto de partida para que podamos proyectar y depositar en los futbolistas una serie de ideales que nos pertenecen a nosotros. 

Explicado de otro modo, los futbolistas representan un ideal para nosotros porque de hecho somos nosotros quienes deseamos verlos idealizadamente. Que sean un ideal quiere decir dos cosas, por un lado que son una idea, una fantasía. Por el otro lado quiere decir que son una aspiración, algo que no de hecho existe. Son una idea que nosotros construimos acerca de ellos, y son aspiracionales de acuerdo con nuestros ideales. 

Esta última consideración es la que funciona como bisagra que une lo social y lo individual. Cada quien proyecta en los futbolistas y el deporte distintos aspectos de sí mismo y de sus ideales con los que luego se identifica, cuando hay un consenso dentro de una masa de personas sobre quienes van a representar sus ideales, se da el fenómeno social. 

El fútbol, como muchos otros deportes, se presta a representar por sus características una serie de conflictos e ideales humanos que favorecen que un amplio número de personas proyecte, sobre sus figuras mediáticas más conocidas, sus propios conflictos e ideales. Por ejemplo, el fútbol es un deporte de contacto, se necesita de la agresión para lograr el objetivo de anotar goles en la portería contraria, al tiempo que se evitan en el arco propio. La agresión es un impulso inherente a los seres humanos, pero que cuando tiende a la destructividad, es altamente penado; el fútbol regula su uso y le transforma para tener un propósito útil y deseable.

El fútbol es una condensación de distintos aspectos de la vida cotidiana, en él se ponen en juego no sólo un balón y 22 jugadores, sino una amplia gama de comportamientos, conflictos y soluciones que fácilmente sirven como espacio de carga y descarga para aficionados y futbolistas. 

martes, 20 de mayo de 2014

Abuelas que cuidan a sus nietos

En nuestra cultura y a lo largo de distintas generaciones, la figura de las abuelas ha tenido mucha importancia en la crianza de los niños en las familias. Que ellas participen en la educación de sus nietos tiene mucho sentido, en primer lugar porque al ser familiares directos de ellos, se favorece que exista un gran cariño desde el nacimiento de estos que ayuda a establecer un buen vínculo desde que son bebés. En segundo lugar porque tienen la experiencia de haber sido mamás.

El grado de participación que las abuelas tienen en la crianza de los nietos varía de acuerdo al contexto, puede que su intervención en la educación sólo sea parcial, por ejemplo como un apoyo cuando los padres tienen que trabajar, o puede que asuman completamente la responsabilidad sobre su cuidado. Cualquiera que sea el caso, hay algunos puntos que son importantes tomar en cuenta cuando las abuelas asumen esta responsabilidad.

Uno de los aspectos importantes a considerar es la razón por la cual las abuelas toman parte en la educación de los pequeños. Puede ser que su participación sea solicitada por los papás de los nietos, o que ellas sean quienes deseen formar parte en la crianza de estos y asumir las funciones de cuidadoras. En cualquier caso resulta fundamental para el bienestar de todos, y principalmente de los nietos, que la decisión sea consensuada y acordada entre los adultos.

Los principales conflictos que pueden surgir cuando las abuelas se hacen cargo de los nietos, aunque sea por unas cuantas horas a la semana, tienen que ver con los desacuerdos que existen entre los adultos, es decir entre las abuelas y los padres de los niños. Generalmente existen desacuerdos cuando alguna de las partes se siente tratada injustamente por la otra, o cuando alguno se toma atribuciones que el otro siente que no le corresponden.

Por ejemplo, las abuelas pueden sentirse molestas o incómodas si sienten que son utilizadas como nanas por sus hijos, es decir que recurren a ellas sólo “por conveniencia” cuando no hay quien se haga cargo de los nietos. En muchas ocasiones esto puede ser favorecido porque los padres (papás y mamás) de los nietos, pese a ser adultos independientes, siguen mantienendo relaciones de cierta dependencia respecto de ellas, de alguna manera siguen convencidos a nivel emocional de que sus mamás deben resolver por ellos sus necesidades, incluyendo en este caso, hacerse cargo de los nietos cuando sea necesario. Por supuesto, el sentimiento de las abuelas puede complementar la situación, puede que ellas mismas sientan o incluso favorezcan relaciones de dependencia respecto a sus hijos adultos, poniéndose a ellas mismas a disposición de ellos para cuidar a los nietos. 

Sin embargo, cuando las abuelas sienten molestia o enojo por sentir de alguna forma injusta la relación, pueden surgir en ellas sentimientos de culpa, es decir que pueden sentirse mal consigo mismas por sentir molestia de cuidar a los nietos. Es importante distinguir qué es lo que les causa enojo, cuidar a los nietos, o algo relacionado con los papás de estos. Ambas razones son igualmente válidas, ninguna de ellas significa que no quieran a los nietos o a sus hijos, y en todo caso es importante reconocer y aceptar el posible enojo ya que puede ayudar a resolver el conflicto entre adultos, o a decidir que la relación con los nietos será mejor si no son ellas las responsables de su cuidado, sino sólo se visitan por placer.

Sobre los acuerdos necesarios en cuanto al estilo de educación, las reglas y los permisos a los nietos, lo más importante es tener todo el tiempo en mente el bienestar de los pequeños, es nuestra función como adultos procurar las mejores condiciones posibles para que ellos crezcan y se desarrollen. Si bien la principal responsabilidad recae sobre los padres del niño, cuando la abuela forma parte de su educación también se vuelve responsable por ellos y también se vuelve su responsabilidad buscar el mejor ambiente posible para sus nietos. 

Para que este ambiente funcione, es fundamental que todos aquellos adultos involucrados en la crianza, se pongan de acuerdo entre ellos, resuelvan sus conflictos personales y los que surjan entre adultos para que los niños no se sientan confundidos con mensajes o reglas contradictorias, o contrariados por sentir que deben elegir entre sus padres o abuelas.