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Mtro. Alejandro Silva Antúnez

Psicólogo y Psicoanalista

(Cédula 08720770)

Atención psicológica para adultos, adolescentes y niños.

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jueves, 22 de noviembre de 2012

Estructura Histérica: Identificación, deseo y goce.



El caso de Dora es uno de los trabajos psicoanalíticos más famosos de Freud. En su momento fue pensado por su autor como una muestra del trabajo que realizaba con los sueños de sus pacientes, otra de sus intenciones a nivel teórico fue la de sustentar la etiología de la neurosis histérica sustituyendo la previa teoría de la seducción, por la del deseo Edípico reprimido y causante de síntomas.


El caso ha dado pie a muy diversas discusiones e investigaciones por parte de psicoanalistas de todas las épocas y posicionamientos teóricos. Se discute tanto el material contenido en el escrito de Freud, como el ausente; se ha buscado comprender el caso de modos diversos al que Freud eligió, se han propuesto distintos diagnósticos basados en la información y suposiciones hechas a partir del caso, se han hecho debates en torno a la técnica usada por Freud de principios de Siglo XX. 

Dora fue vista, tratada y descrita como histérica por Freud a partir de la sintomatología conversiva, y el conflicto Edípico observado por él. Mi intención en el trabajo es orientar y fundamentar el diagnóstico histérico por la estructura, más que por la sintomatología, tomando como bases algunas de las ideas que la escuela francesa, representada por Jaques Lacan, ha hecho al respecto.

En primer lugar es importante hacer algunas anotaciones respecto al punto de partida teórico de Lacan, pues influyen en el desarrollo de su perspectiva metapsicológica, y por lo tanto en su apreciación del caso de Dora. Lacan recupera las enseñanzas de Freud y lo reinterpreta a partir de introducir la estructura del lenguaje en su entendimiento del inconsciente; para este psicoanalista el inconsciente está estructurado como lenguaje.

Lacan justifica su proceder al analizar los mecanismos de condensación y desplazamiento descritos por Freud en “La Interpretación de los Sueños”, encuentra en ellos la analogía entre el funcionamiento de los procesos inconscientes y algunos aspectos estructurales del lenguaje (metáfora y metonimia por ejemplo). Las consecuencias de esta forma de comprender los contenidos inconscientes llevan a remitir el inconsciente a la estructura del lenguaje. El acto mismo del lenguaje hace surgir el inconsciente, y es el lugar donde se expresa. 

Al igual que Freud, el trabajo teórico de Lacan en torno a la histeria se actualizó de acuerdo al momento de desarrollo de sus respectivos trabajos clínicos y metapsicológicos. Así, mientras muy temprano en sus investigaciones, Freud encuentra con la “conversión” la primera explicación defensiva de la histeria (proceso por el cual la magnitud de estímulo de la representación  intolerable resulta transformada en excitación somática), Lacan describe la histeria como un discurso, es decir como una forma lenguaje estructurado. 

Si Freud incorporó a su tesis de la histeria las nociones de trauma, fantasía, pulsión, complejo de Edipo y de castración, Lacan complementó la suya de la estructura del discurso histérico con la modalidad del deseo, la subjetividad, la identificación viril, y el papel del goce. Lo que distingue los trabajos de ambos psicoanalistas es el punto de partida para explicar la formación de los síntomas.


A continuación se desarrollan algunas de las ideas que sostienen la tesis lacaniana en torno a la histeria de Dora. Por ejemplo, el componente homosexual de Dora, señalado por Freud en su revisión del caso, es retomado por Lacan e introducido en su planteamiento acerca de la histeria en general como una “identificación viril”. Dicha identificación se hace necesaria puesto que a nivel simbólico, no hay un significante de la mujer con el que Dora pueda identificarse. 


Este concepto requiere de mayor explicación, pues tiene su raíz en el complejo de Edipo, donde la madre fálica en diada con el bebé es castrada, quedando en falta. Este es el papel que tiene la función paterna en el Edipo, da a un tercero la posesión del falo como objeto deseado, priva al bebé y castra a la madre. No renunciar a la madre fálica desemboca en una estructura perversa, pero la aceptación de dicha castración (la propia y la materna) lleva a la neurosis, ya sea en su modalidad histérica u obsesiva. 

Tras el Edipo, la histeria representa una posición de no tener, más asociada a lo femenino, mientras la estructura obsesiva representa la posición (masculina) del tener. Lo anterior se da puesto que el primer objeto de identificación (imaginaria) madre, es castrado, no tiene falo.  El obsesivo ¨voltea¨ hacia el padre, poseedor del falo, para identificarse simbólicamente con él y poseer el falo. La histérica, junto con lo femenino, queda sin un significante. Esto dificulta la identificación simbólica con la madre castrada. 

Sin embargo en la histeria, la falta de un significante (simbólico) como tal femenino es compensada con una identificación imaginaria con el hombre. La histérica, como es el caso de Dora, se identifica con los hombres a su alrededor como medio para acceder al falo, cuando menos en el plano imaginario al ser-como-el-padre-fálico. El amor al padre se sostiene en un deseo fálico, pues es lo que de él busca obtener. 

En este sentido, desde niña Dora se había inclinado más por una identificación con el padre, posteriormente el Señor K sustituye a este como su imagen de identificación. Colocándose desde la mirada del otro-varón, como en el Edipo negativo, Dora se identifica con el deseo del Señor K, ella también está encantada con la Señora K y la desea. Así es como intenta responder la pregunta sobre qué es ser una mujer, deseando a otra mujer. Su elección de objeto es homosexual  en este sentido. 

La raíz conflictiva del componente homosexual en la histeria, no tiene que ver con la elección de objeto, sino con la identificación. Es la imposibilidad de Dora (o de las histéricas), para identificarse con lo femenino, lo que desencadena sus idas y vueltas en el camino del deseo, buscan tener lo femenino en vez de serlo, es decir que se identifican con el supuesto padre fálico y desde esa posición buscan encontrar la feminidad. La histérica de Lacan se reconoce porque con su neurosis persigue la pregunta sobre ¿qué es ser mujer?, pero la aborda desde una postura de tener, y mientras no renuncie a tener lo femenino para encarnarlo y serlo, su búsqueda no cesa.

Dora, identificada virilmente con el Señor K, buscaba el significante de la mujer, para ella representada por la Señora K, quien de este modo ocupa el lugar del tercero, buscando aprehender el símbolo de esta. Además, el cambio del padre por el Señor K es favorecido tanto por la edad, (la imago del padre encaja bien con el Señor K en tanto que es mayor que ella), pero principalmente por la impotencia del padre. Dora reintroduce a la estructura a un hombre potente y fálico.

Otra característica estructural de la histeria tiene que ver con el deseo, el cual también se estructura a partir del complejo de Edipo. El deseo difiere de la demanda porque no busca un objeto para la satisfacción, sino apunta a otro deseo, es decir que es deseo del deseo y por lo tanto es imposible de satisfacer. 

En la histeria el deseo es el deseo del Otro; su insatisfacción tiene dos caras. Por un lado, al colocarse como el deseo del Otro, siempre es insatisfecho ya que lo que busca es el deseo, es decir la falta del Otro, no al Otro. En forma inversa, la histérica desea desear al Otro, recordemos que no busca al objeto, sino al deseo como algo vivo, por tanto se obtiene el mismo desenlace de insatisfacción. Esta configuración es Edípica pues es la Ley paterna la que prohíbe los objetos primarios, representados por el deseo de la madre, y expulsa el falo fuera del alcance del sujeto.

Como se dijo antes, en el caso de Dora el componente homosexual (identificación viril) se observa como medio para acceder a su verdadero objeto de deseo, la Señora K. Complementando esta afirmación con la estructura del deseo histérico, se entiende que la Señora K es el objeto de deseo porque es ella quien encarna para Dora al objeto de deseo del padre (Otro).

La Señora K tiene lo que Dora quiere tener, posee  ese algo que pone en marcha y sostiene el deseo de su padre (el Otro para Dora). También sostiene el deseo del Señor K, sustituto del padre con quien Dora se identifica. Una de las razones por las que Dora da la cachetada al Señor K en el lago, es por sus palabras “mi esposa no significa nada”, ya que con ellas quita a la Señora K de la posición en que Dora la había puesto. 

Si para el Señor K su esposa es nada, la joven pierde la posibilidad de acceder al padre a través de tener lo que ella, es decir de lo que Dora atribuía a la Señora K y que tanto deseaba el padre. La identificación viril de Dora con el Señor K ya no tiene utilidad pues él mismo le dice que no hay algo en su esposa que él desee. Es entonces que la joven se percata de ser un objeto de intercambio: es otorgada por su padre a cambio de mantener la relación con la Señora K.

Finalmente, en cuanto al goce, las histéricas buscan descubrir y evidenciar la falta en todos los otros, espejos de identificación de ellas mismas, colocándose en el lugar del deseo de los demás, demostrando a los otros lo incapaces que son de satisfacerlas, lo incompletos que todos están: ellas que quedan insatisfechas en tanto buscan la satisfacción absoluta, como sus objetos que no las pueden completar. En esto consiste el goce de la histérica. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

La vejez y la muerte



Artículo escrito por Alejandro Silva y publicado en el portal de10.com del periódico El Universal.
Para verlo haz click aquí.

Desde 1982, la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento fijó la edad de 60 años para marcar el inicio de la vejez. Sin embargo la población mayor de 60 años dista mucho de ser un grupo homogéneo. Es importante tomar en cuenta al menos 3 factores para definir con mayor precisión la vejez, primero la edad biológica y el estado físico en que se encuentra una persona, segundo la edad psicológica que se define como la capacidad de un individuo para tener una conducta adaptativa consigo mismo y con su medio, y tercero la edad social que se refiere a los roles sociales de las personas de acuerdo a las expectativas de su entorno cultural.

La manera en que una persona mayor puede afrontar su propio proceso de envejecimiento  depende de cómo se encuentre en cada una de las esferas de su vida. Es muy distinto el estado de una persona que goza de salud, que el de aquella que se encentra enferma; asimismo encontramos personas activas social y/o económicamente a los 70 años, mientras otras se encuentran totalmente aisladas a esa misma edad.

La vejez tiene características particulares en cada cultura y época histórica, por ejemplo en sociedades con poco desarrollo tecnológico  como las prehispánicas, los viejos eran muy apreciados, pues el cúmulo de experiencias y conocimientos que poseían tenían gran importancia y vigencia para las nuevas generaciones. Los aztecas se guiaban por un consejo de ancianos llamado capulli y tenían una posición social privilegiada.

La modernidad ha traído cambios en la estructura social, y junto con el avance tecnológico que permite a las personas vivir por más tiempo, ha cambiado también el papel de los ancianos. Su experiencia y conocimiento, no es vigente para las nuevas generaciones en términos productivos, siendo la productividad uno de los valores más apreciados en nuestros tiempos. Así, las personas mayores tienen cada vez más tiempo de salud física, pero menos espacios de productividad e interacción social.

Es en este contexto de cambios sociales y tecnológicos que la salud mental y emocional de las personas mayores cada vez adquiere mayor importancia, pues son justamente los factores psicológicos los que permiten o imposibilitan a las personas adaptarse a los distintos cambios que afrontan en la vida; además al entender la vejez como un proceso más dentro del ciclo de la vida, nos permite ubicar ciertos retos específicos que se afrontan durante esos años.

El proceso mismo de envejecer, con sus características biológicas, culturales y psicológicas es algo que de por si suele provocar miedo, principalmente porque se ubica como la última etapa de la vida antes de la muerte. Esta característica es particularmente importante, pues es a la muerte a lo que tenemos miedo, y muchas veces sucede que actuamos como si fuese algo contagioso, alejándonos de aquellos que creemos que están más cerca de ella, por ejemplo los ancianos. Más grave aún es el caso de personas mayores que también están convencidas de que viejo y moribundo significan lo mismo.

Sin embargo, es curioso que entre varios estudios llevados a cabo en Estado Unidos desde la década de los 70´s existe consenso en que sólo entre 10% y 15% de los ancianos expresan tener miedo a la muerte en si misma, en realidad a lo que se teme es a sufrir enfermedades prolongadas, al sufrimiento, o a la muerte del cónyuge.

Lo que muchos de estos estudios concluyen es que el principal conflicto durante el envejecimiento está asociado con las pérdidas, tanto de capacidades físicas (como la vista, el andar, la fuerza), como de roles sociales (trabajo, cuidado de los hijos, grupos sociales), y por supuesto de personas cercanas que comienzan a fallecer (pareja, amigos, familiares). Si entendemos el envejecimiento como un proceso de adaptación frente a estas pérdidas, es posible describir muchas de sus características de forma muy cercana a lo que implica un proceso de duelo en cualquier otra etapa de vida anterior.

De igual manera podemos afirmar que el principal reto de la vejez es realizar una evaluación de la propia vida, de los propios éxitos y fracasos, de sus deseos y sus temores, y con base en dicha evaluación afrontar la cercanía con la propia muerte. Las herramientas construidas y consolidadas a lo largo de la vida, son las que ayudan a las personas a enfrentarse a estas pérdidas, cambios y retos; así quien fue deportista y cuidó su salud, es mucho menos propenso a tener complicaciones médicas o enfermedades como diabetes, quien forjó relaciones afectivas cercanas y duraderas, seguramente podrá disfrutar de la compañía de más personas, y quien pudo construir un patrimonio sólido, sufrirá en menor medida de dificultades económicas.

La persona mayor se enfrenta a una crisis con dos extremos desde el punto de vista emocional. Por un lado, si siente que ha fracasado y que su vida no ha tenido sentido para si mismo o para los suyos, caerá en un estado de desesperanza, que incluye sentimientos de depresión, tendencia al aislamiento, ansiedad, miedo, y culpa. Este tipo de reacciones pueden ser favorecidas por factores externos, principalmente por las pérdidas a las que se enfrenta un adulto mayor, pero dependerá en alto grado de su fortaleza interna y las herramientas hasta entonces construidas por si mismo.

En otro extremo, cuando se le encuentra sentido y valor a la vida que se ha llevado, consigo mismo y con los demás, el sentimiento que acompaña al anciano es el de integridad. Cuando este estado se alcanza es porque se han aceptado las pérdidas que vienen con la edad, pero el valor de lo conseguido hasta entonces es suficientemente grande como para compensar el dolor de esas pérdidas. En este caso también existe dolor, tristeza o enojo ante algunos de los cambios o pérdidas, es decir que no tiene que ver con la negación total de las cosas difíciles del envejecer, sino con el encontrar un sentido y significado de la propia vida.

Finalmente lo más importante frente a cualquier tipo de pérdida, como las que suceden como parte del envejecimiento, es la capacidad que tenemos para enfrentarnos a ellas. Tanto la fortaleza interna y emocional, como de redes sociales de ayuda son importantes. Adaptarnos a los cambios significa encontrar nuevas opciones posibles, que nos permitan obtener más o menos la misma satisfacción que obteníamos de aquellas que ya perdimos, sólo así podemos salir enriquecidos de lo que a primera vista parece una pérdida.

martes, 30 de octubre de 2012

Estadio del Espejo y Complejo de Edipo según Jaques Lacan



Jaques Lacan. Psicoanalista francés.
Uno de los planteamientos fundamentales de esta teoría es el papel del falo como significante de la falta y por lo tanto como motor del deseo. Para comprender este punto de vista es relevante explicar el papel que el complejo de Edipo tiene desde esta perspectiva estructural, pues el paso por dicho complejo, es lo que determina la estructura del Sujeto, siendo la histeria, uno de los cuatro posibles desenlaces.

De acuerdo con la lógica de esta teoría, el complejo de Edipo inicia en el umbral del estadio del espejo, momento particular en el desarrollo psíquico del niño en relación a su identificación y, al mismo tiempo, alienación con su madre. En esta experiencia de identificación, el niño conquista la imagen de su propio cuerpo, dando lugar a la estructuración de su Yo (Je). Previo a este logro, el niño vive bajo una fantasía de cuerpo fragmentado donde no hay una experiencia de totalidad unificada, sino de algo disperso. 

El estadio del espejo se organiza en distintos tiempos. Inicialmente existe una confusión entre uno mismo y el otro, se evidencia el vínculo del niño con lo que Lacan llama el registro imaginario, el niño que golpea, dice que lo han golpeado, se vive y se localiza en el otro. El segundo momento se da cuando el niño es capaz de descubrir que el otro del espejo no es un ser real, sino una imagen, es decir sabe distinguir la imagen del otro de la realidad del otro. En el tercer momento el niño se re-conoce a través de esa imagen, es decir que reúne en una totalidad unificada la representación del cuerpo propio, su Yo (Moi).

A estas alturas del desarrollo, la conquista de identidad se da a nivel del registro imaginario, lo que se refiere a que la formación de su Yo (Je) se da a partir de la observación de su imagen en el otro especular Yo (Moi), es esto lo que paradójicamente favorece su propia alienación y desconocimiento, pues se ve en otro.

El Edipo tiene igualmente tres tiempos, cada uno es definido por la posición que el niño adopta respecto al falo, significante que se corresponde con el concepto de la falta. Esta noción va más allá de la realidad anatómica de la diferencia de los sexos, es decir que aunque se ancla en la percepción visual (imaginaria) de esta ausencia, precede a ella. El niño persiste en concebir como faltante algo que él imagina que debería estar ahí, mas no se trata de una falta genital, sino del falo como objeto en sí mismo inexistente, como falta constitucional. 

Como queda claro, la diferencia anatómica de los sexos es un problema a nivel de la identificación en el registro imaginario, pero es el papel del falo lo que desencadena el complejo de Edipo. Inicialmente el niño se coloca como siendo el falo de la madre, se vive como el objeto del deseo de la madre, colmando todo deseo posible de ella quien en consecuencia no tiene falta. Su deseo es ser el deseo de la madre.

Un segundo momento se da cuando “ser el falo” no es sostenible gracias a la función paterna. Más que la presencia de un padre de carne y hueso, la función paterna instaura la Ley del no incesto, priva al niño de la madre, y castra a la madre del niño-falo. La Ley paterna implica que la madre desea más allá de su hijo, lo que el bebé entiende con ello es que ni él ni su madre son el falo y que ambos se encuentran sujetados a otro orden. Este es el orden del registro simbólico, donde existe un tercero que rompe con la díada. Esto es el complejo de castración según Lacan.

Finalmente, la declinación del Edipo se da por la simbolización de la Ley. En este tercer tiempo, el padre no sólo es quien castra al niño y a la madre, sino quien tiene el falo, es poseedor del objeto deseado por la madre. La función estructurante que este tiempo del Edipo tiene para el niño consiste en la localización exacta del deseo de la madre, ya que tanto ella como él, están desprovistos del falo; el padre deja de ser quien priva, y al ser el supuesto depositario del falo, lo restablece en el lugar del deseo de la madre. El niño, como su madre, desprovistos de falo, pueden desearlo allí donde se encuentra. El falo deja de ser algo que se es, se simboliza como algo que un tercero tiene y se desea tener, la simbolización de la Ley implica la represión originaria (no incesto) y la subsecuente sustitución/simbolización de objetos.



lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Cómo nos define ser mexicanos?


Por Psic. Alejandro Silva

Es frecuente que incluyamos la nacionalidad dentro de nuestra descripción y seguramente si nos presentáramos ante un grupo internacional, decir “soy mexicano” sería de los primeros elementos de nuestra introducción. Pero, ¿qué dice de nosotros el ser mexicanos?, ¿cómo influye nuestra nacionalidad en nuestra identidad y visión del mundo?

Usualmente las personas no piensan mucho acerca de cómo influye en su personalidad el ser de una determinada nacionalidad, lo hacemos hasta que notamos contrastes con personas extranjeras o nosotros mismos nos encontramos en otro país. Sin embargo el país y la cultura en la que nacemos,  resultan fundamentales en nuestra identidad pues se vuelven el terreno que da las condiciones para nuestro  desarrollo. 

Así como los vinos y sus características de olor, sabor y color dependen de la región y el terreno dónde se plantan las uvas, la nacionalidad define muchas de nuestras características.

Ser mexicano es uno de los aspectos más importantes en la identidad de más de 100 millones de habitantes del planeta. Suele decirse, de los latinoamericanos en general, que somos personas “cálidas”, es decir que tendemos a ser afectuosos y expresivos. Esta es una de las principales características de los mexicanos que filtran y definen la forma en que vemos el mundo, hay un predominio de las emociones y los vínculos por encima de las razones o realidades externas. 

Una de las particularidades de los mexicanos es que tendemos a ser muy apegados a las familias, y a hacer redes de apoyo con la comunidad que nos rodea. Estas son características comunes en sociedades donde hay dificultades económicas, pues el apego al núcleo familiar o comunitario facilita muchas condiciones para la supervivencia. Dentro de entornos económicamente inestables, es más conveniente mantener vínculos y relaciones  que brinden la estabilidad que no se encentra fuera del núcleo.

La tradición del día de muertos es un buen ejemplo de la importancia de los vínculos, por encima de la realidad externa. Muchos extranjeros se sorprenden de que en México se celebre la muerte, pues como hecho real es algo definitivo, temido e irremediable; se considera poco grato tratar con asuntos relacionados a la muerte, y es casi impensable celebrarla. 

En México el festejo celebra el vínculo que se tiene con los muertos, ese día regresan a la vida y disfrutan de los placeres terrenales, es posible celebrar la muerte porque se puede conservar viva la relación con los que ya no están. Si no predominara en nuestra visión la importancia de las relaciones, por encima de los hechos externos, la muerte no tendría una celebración.

En lo más cotidiano, los mexicanos nos motivamos más cuando en el trabajo tenemos un buen ambiente de trabajo, los salarios, prestaciones y prestigio son menos importantes que una buena relación con nuestro jefe o compañeros. En general, los mexicanos preferimos sentirnos queridos por los demás, en contraste con otras culturas donde el éxito individual es más valorado. El sueño americano de triunfar a partir del sudor propio, es distinto de las empresas familiares que se hacen en México, donde predomina la importancia de las relaciones interpersonales.

Por supuesto que cada quien desarrolla y vive de forma particular su identidad como mexicano, y hay muchos más aspectos en nuestra cultura que favorecen ciertos tipos de comportamiento por encima de otros, pero vale la pena considerar el apego y la importancia de las emociones como parte importante de la identidad del mexicano para entender cómo estos pueden incidir en nosotros mismos.

lunes, 20 de agosto de 2012

¿Por qué nos identificamos con los superhéroes?


A lo largo de la historia, los humanos hemos creado relatos y personajes con los cuales nos identificamos, desde los mitos griegos y sus dioses, hasta los cuentos de hadas; más recientemente vemos el mismo fenómeno con las historietas que describen las hazañas de diversos superhéroes, personajes que se han popularizado aún más al ser llevados a la pantalla grande a través de espectaculares producciones cinematográficas.

Estos héroes son atrayentes para la mayoría de las personas, pues tienen fantásticas cualidades que los hacen únicos, algunos tienen súper poderes que los hacen fuertes, ágiles o les dan características sobre humanas. Otros desarrollan su potencial humano a través de aditamentos o equipos especiales que a final de cuentas los hacen prácticamente invencibles; pero además de su fuerza y capacidad extraordinaria ¿qué hace que nos enganchemos tanto con estos personajes y sus historias?

Como mencionamos, la fuerza, el poder y las virtudes que muchos de estos héroes poseen, los hacen personajes atractivos y a quienes quisiéramos parecernos, pero estas mismas características fantásticas los alejan mucho de nuestras posibilidades reales de parecernos a ellos; así que no es suficiente para explicar su encanto. De hecho, la naturaleza irreal de estos personajes y sus poderes hace evidente que las historias no están interesadas en brindar información útil acerca del mundo externo, o presentar moralejas que nos indiquen cómo comportarnos, sino que el interés está en los procesos internos (psicológicos y emocionales), que tienen lugar en un individuo.

En sus historias, estos procesos internos son externalizados y representados por distintos personajes y sus acciones, es decir que al mismo tiempo que enfrentan externamente a sus enemigos, los superhéroes son dominados por un conflicto interior en particular que intentan resolver. Los impulsos, los miedos, la culpa y demás emociones y conflictos personales de los superhéroes son compartidas con cada uno de nosotros, haciéndolos en verdad personajes muy cercanos a nuestra realidad interna.

Por ejemplo, Bruce Wayne presenta una fachada externa de playboy multimillonario y aparentemente muy seguro de sí mismo. Sin embargo, su oscuro personaje interior, Batman, está atormentado por el miedo a los murciélagos (a partir de su caída a un pozo con estos animales) y por la sensación de desamparo y soledad repetida e incrementada tras el asesinato de sus padres. 

Batman nos remite a nuestros propios miedos, dramatizado en su historia. Nos presenta una realidad interna común a todos, por ejemplo el miedo a quedar solos y ser abandonados como él lo estuvo en el pozo y también tras la muerte de sus padres. Se identifican particularmente con él personas que aparentan equilibrio, fuerza e independencia, pero que esconden un interior lastimado, con miedo y una dependencia por otros, como Bruce depende de Alfred para que lo cuide.

Otro personaje muy popular actualmente es Spiderman, un superhéroe que adquiere sus poderes  al fusionar genéticamente las habilidades de una araña. Aun así, el chico tras la máscara de araña es bastante tímido, inseguro y poco hábil socialmente. Es un buen chico, inteligente e íntegro, muy cumplido y responsable, pero que no cree tener la capacidad de sobresalir. Cuando finalmente un día se rebela, se enoja y hace lo que quiere, siente ser el culpable por el asesinato de su tío Ben.

La lucha interna del superhéroe con la que nos identificamos es precisamente la culpa, por ejemplo personas con una dificultad para equilibrar responsabilidades con placer. Hay quienes se dedican sólo a los deberes, se pierden de la diversión y se enojan; en cambio si se dedican a los placeres, se sienten culpables. Quizá personas que se someten o se enojan ante las obligaciones encuentran imágenes e historias fantásticas con Spiderman, que ponen de manifiesto su sentir interno.

Finalmente Hulk es un excelente ejemplo de lo que pasa cuando nos enojamos y perdemos el control de nuestros impulsos. En su historia, el pretexto para el conflicto interno es un fallido experimento científico, pero lo fundamental de él con lo que nos identificamos es la agresión inherente de los humanos.

Como muchos, Hulk lucha permanentemente contra su impulso agresivo, cuando es humano es tranquilo y calmado, pero cuando su enojo rebasa cierto límite, se vuelve literalmente en un monstruo verde que pierde la consciencia de sus actos y destruye todo lo que se encentra a su alrededor, cuando regresa a ser humano queda vulnerable y desnudo, arrepentido en muchas ocasiones de la destrucción que provocó ¿cuántas personas así conocemos?  En realidad su conflicto radica en usar el enojo y la agresión con fines constructivos. Entre nosotros, los deportes y otro tipo de competencias nos ayudan a este fin.

En realidad los superhéroes representan de manera fantástica los conflictos y emociones que todos tenemos, la búsqueda de identidad que vemos en ellos, es similar a la que todos vivimos conforme buscamos dar sentido a nuestras vidas. Si sólo nos quedamos esperando desarrollar los poderes sobrehumanos de nuestro superhéroe favorito para afrontar y resolver nuestros conflictos, difícilmente podremos hacernos cargo de nosotros y cambiar nuestra realidad. 

Más allá de lo fantástico de las historias, el mensaje que estos personajes transmiten es que la lucha contra las dificultades de la vida es parte natural de la existencia humana; aquello que los hace superhéroes no son sus poderes, sino el carácter y la confianza para afrontar las luchas que a cada uno le toquen. Lo conmovedor de estas historietas es que brindan la esperanza de que uno será capaz de salir adelante pese a los conflictos internos de cada quien.

lunes, 13 de agosto de 2012

La Identidad: Reflexiones sobre su formación. Parte 1


¿Qué es y cómo se forma la identidad?

Pablo Picasso
El concepto de identidad puede abordarse desde varios puntos de vista como el social, el psicológico, el filosófico o el metafísico. En este caso, el énfasis se hará desde un punto de vista psicológico con una orientación psicoanalítica, para iniciar, una definición amplia de identidad: es la experiencia subjetiva de continuidad interna en el cambio.

Erik Erickson usó el término “identidad del yo” para referirse a la igualdad persistente con uno mismo  (igualdad del sí mismo), y como un compartir constantemente algún tipo de carácter esencial con otros. Este autor señaló que la formación de la identidad es un proceso que se desarrolla durante toda la vida, es decir evoluciona junto con nosotros. Aun así, las raíces de la formación de nuestra identidad se remontan a la más temprana infancia, cuando el bebé aprende a diferenciarse de su mamá y el mundo que le rodea, y se consolida durante el periodo de la adolescencia.

La adolescencia implica muchos cambios prácticamente a todos niveles, fisiológicos, emocionales, sociales, etc. En cuanto a la identidad, el adolescente intenta integrar lo que sabía de sí mismo y de su mundo como niño, en un continuo de conocimientos pasados, experiencias presentes y metas futuras. De tener éxito en la consolidación de su identidad, logra elaborar un sentido cohesivo de sensación personal que le permite orientarse en la vida; el fracaso en esta tarea da lugar a una interpretación caótica y confusa de su personalidad y de su entorno.

Otra psicoanalista, Phyllis Greenacre, señaló que el sentido de identidad siempre implica algún tipo de relación con otros, puesto que incluye la comparación y el contraste con los demás, es decir, conocer y asimilar las diferencias y similitudes con aquellos que nos rodean. También hizo énfasis en los aspectos corporales de la identidad; planteó un continuo de desarrollo de la identidad a partir de 1) la imagen corporal que el niño adquiere, 2) la imagen de sí mismo que ya incluye atributos como sexo, género, expectativas, y termina en 3) el desarrollo de la identidad.

Donald Winnicott, un importante psicoanalista de niños nacido en Inglaterra, destacó la importancia de la autenticidad como factor integral de la identidad. Él estudió la conducta y desenlace de bebés en interacción con sus madres y descubrió que un factor fundamental para el buen desarrollo de la identidad, es la capacidad de la madre (o quien funge como tal) para interpretar adecuadamente las necesidades y expresiones del bebé.

Básicamente Winnicott refiere que las expresiones como gestos, llanto, movimientos, jadeos, balbuceos, etc., del bebé, son expresiones naturales y por ello son manifestaciones auténticas del infante. Si la madre logra ser empática con estas expresiones, es decir descifrar la intención de ellas y proveer al bebé del apoyo necesario para satisfacerlo adecuadamente, el bebé poco a poco desarrolla confianza tanto en sus deseos de expresión, como en el medio en que se desarrolla, a final de cuentas la madre facilita que el bebé conecte lo que siente en su cuerpo como impulso auténtico, y lo que piensa o siente en su mente, facilitando el camino para una integración del si mismo, tanto corporalmente, como psicológicamente.

Si en cambio, la madre interpreta las necesidades del bebé basándose en sus propios miedos, expectativas o necesidades, el bebé pierde la oportunidad de enlazar sus expresiones auténticas, con sus deseos propios, y en cambio se “somete” a los de la madre. 

Por ejemplo, una madre que se angustia por el llanto de su bebé y siempre le da un chupón o pecho para calmarlo, limita de esa forma la libre expresión de los deseos del niño, quien siempre recibe alimento ante toda expresión de disgusto. De esta forma el bebé no logra comprender y conectar lo que le sucede internamente, pues no tiene la madurez, ni el sostén externo para lograrlo; así se genera en el bebé lo que Winnicott llamó un “falso sí mismo”, que implica una incapacidad para observarse a sí mismo y reconocer y/o distinguir entre sus necesidades, afectos y deseos de aquellos de los demás.


Bibliografía.

Salman Akhtar, M.D. “Identidad y Difusión de la Identidad” en GRADIVA, Revista de la Sociedad Psicoanalítica de México, Número 2, Volumen IV.

martes, 7 de agosto de 2012

¿Por qué los ataques de euforia?

Para ir al original, hag click aquí.
Extracto de Yahoo! Respuestas a la siguiente pregunta:

¿Por qué los ataques de euforia?

Alguien sabe ¿por qué se suscitan los ataques de euforia?

Yo a veces los tengo, se siente súper bien, siento que todo a mi alrededor tiene movimiento, me siento súper sociable, le hablo a toda la gente, siento mucha creatividad y que puedo poner atención 100% a lo que yo quiera, siento ganas de reírme con toda la gente y puedo ver todas las cosas con mas detalle. 

Puf, se siente súper. En esos momentos le puedo hablar a cualquier chica sin ningún miedo, puedo hacer plática de cualquier cosa que se me venga a la mente sin siquiera bacilar que sea tonto o incongruente y hacer de eso lo más chistoso e interesante que se imaginen. 

La gente inclusive se siente atraída por mí. Grrr se siente súper. Es como la película de Sin Límite; quisiera ser así todos los días, sería la persona mas popular de la escuela, un súper hijo, un súper alumno, sería casi todo perfecto.

Respuesta.

Lo que describes quizá se refiere a episodios hipomaniacos, estos se caracterizan por crestas en el estado de ánimo de una persona durante los cuales se siente capaz de realizar casi cualquier proeza, siente mucha euforia y felicidad casi desproporcionada a su estado normal de ánimo, e incluso puede llegar a caer en excesos como beber, gastar, o comprometerse en asuntos que normalmente no participaría.

Neurológicamente sucede por un desequilibrio en el balance químico del sistema límbico del cerebro. En casos donde resulta necesario, suele tratarse con medicamentos a base de litio que regulan el estado de ánimo, haciéndolo menos volátil.

Psicodinámicamente (como proceso emocional y mental) surge como respuesta a estados de ánimo depresivos que son negados temporalmente. Usualmente el grado de euforia sentido es proporcional al grado de depresión con el que se está intentando lidiar, es decir que a mayor grado de depresión, es mayor la cresta de hipomanía y euforia sentida en respuesta.

La negación de la depresión, ya sea de forma consciente o inconsciente, es el principal motor de dichos estados. La forma de confirmar o descartar el estado hipomaniaco depende de lo cíclico que sea su manifestación, es decir, si aparece de forma intercalada con otros estados como angustia, enojo o tristeza, se puede considerar la presencia de la hipomanía. 

También se descarta si hay una explicación bioquímica que lo explique mejor, ej. Consumo de drogas, cambios hormonales (periodo, adolescencia, menopausia), medicamentos. Lo recomendado si son estados hipomaniacos, es tratamiento psicológico y/o psiquiátrico que ayuden a estabilizar el estado de ánimo, y a resolver el conflicto depresivo subyacente. 


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miércoles, 1 de agosto de 2012

¿Por que a veces cuando se deja una relacion hay insultos e intentos de desmoralizar a una de las partes?


Extracto de Yahoo! Respuestas,
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¿Por que a veces cuando se deja una relacion hay insultos e intentos de desmoralizar a una de las partes? ¿Es normal que hayan insultos? ¿Por qué se produce esta situación? Si no quieres a alguien le deseas suerte y ya ¿no? Alguien que me explique gracias.




RESPUESTA


Obtenida de grupogayosso.com
Hay varias posibilidades, en general las despedidas son difíciles. Existen personas que afrontan los sentimientos asociados al terminar una relación, evadiendo o negando; es decir, parece que no les afecta ni importa.

Siempre que hubo un vínculo estrecho entre dos personas, las despedidas duelen, por lo que es llamativa esa reacción. Otra posibilidad, relacionada con tu pregunta, es que para sentir que pueden separarse y dejar a la pareja, muchas personas necesitan enojarse, insultar, devaluar, etc. A fin de cuentas "destruir" lo valioso que se quería del otro con la intención de "no extrañarlo".

En resumidas cuentas, en apariencia es más sencillo dejar algo que no sirve, a dejar algo valioso que se ha perdido. En realidad lo que resulta difícil de las separaciones para las personas es deprimirse por lo que se ha dejado atrás.

Esta depresión "sana" implica un reconocimiento del valor de la otra persona que no estará más a nuestro lado, y de lo que nosotros mismos ganábamos en esa relación. Además se considera sana cuando hay un juicio más o menos justo sobre la responsabilidad que uno tuvo para que la relación no funcionara más.

El otro extremo al que inicié (negación) es la melancolía, que es una depresión patológica donde el sentimiento es básicamente el haber perdido una parte de uno mismo con la separación de pareja; esta sensación revuelca al sujeto en su propio dolor y lo incapacita para poner su tiempo, esfuerzo y energía en otras cosas, personas o actividades.

Cuando termines con alguien que se enoja tanto, insulta y lastima, quizá será más acertado preguntarte por qué teme tanto deprimirse.

jueves, 26 de julio de 2012

¿Qué expresa el concepto de sexualidad para Freud?


Extracto de Yahoo! Respuestas,
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¿Qué expresa el concepto de sexualidad para Freud?


Sigmund Freud. 
Hay que entender que el psicoanálisis desarrollado originalmente por Freud ha sido desde entonces complementado, corregido y aumentado, iniciando por las revisiones que Freud mismo hizo a su obra a lo largo de su vida.


La sexualidad inició su camino psicoanalítico muy al inicio de las tesis de Freud sobre la histeria. Descubrió un vínculo entre sexualidad y la formación de síntomas conversivos, en un inicio (previo a 1900 y La Interpretación de los Sueños) pre-psicoanalítico, Freud sostenía que experiencias sexuales reales de las pacientes, eran reprimidas y el afecto ligado a dichas experiencias era transformado en el síntoma histérico (fobia, conversión o angustia).


Luego, Freud entendió que la fantasía tenía el mismo efecto emocional y psíquico para lo inconsciente que una experiencia real, no era necesaria una experiencia sexual real para generar la histeria en cualquiera de sus formas, bastaba el deseo y fantasía sexual Edípica para formar los síntomas histéricos que defendían a la paciente de hacer conscientes dichos deseos (mociones pulsionales).


Es hacia este momento que la sexualidad cobra la importancia y universalidad que tiene en el psicoanálisis. Ya no se trata mas de una sexualidad como comúnmente se le entiende, asociada a los genitales o al coito, tampoco se limita a una realidad concreta, se hace (se conceptualiza como) un deseo de unión, de vínculo, y una fantasía imaginaria es capaz de evocar las mismas reacciones psíquicas inconscientes. 


Así la sexualidad se vuelve conceptualmente en un impulso original que busca el placer, busca la descarga de energía psíquica sobre un objeto (Otro) con el cual busca un vínculo, dominado por la etapa psicosexual predominante. Freud describe las etapas psicosexuales Oral, Anal, Fálica, Latencia y Genitalidad. 


En cada etapa la sexualidad se refiere al tipo de relación que el sujeto establece con sus objetos. La etapa es una metáfora de la dinámica que existe en la relación, la función que cumple el objeto, y el uso que el sujeto le da. Por desarrollo todos "pasamos" por cada etapa, hay quienes tienen más conflictos (por exceso o por falta de gratificación) en una u otra etapa y permanecen con esa dinámica en sus relaciones.


Por ejemplo, para Freud una sexualidad Oral no se refiere específicamente al sexo oral (felatio), sino a un tipo de relación voraz que busca llenar un vacío propio a través de "devorar" al otro. Personas muy absorbentes, muy impulsivas, o que tienen sexo tal cual, pero para llenar un vacío, para sentirse "completos" mas que para compartir una experiencia, tienen una sexualidad predominantemente oral.


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martes, 17 de julio de 2012

Padres Solteros ¿Cómo lograrlo sin morir en el intento?

Artículo publicado en el portal de El Universal que habla sobre la relación de los padres solteros con sus hijos.

Padres Solteros

domingo, 12 de febrero de 2012

¿Adictos al Amor?

Artículo publicado por El Universal en su sitio de10.com.mx sobre la Adicción al Amor o Dependencia Emocional

Adictos al Amor