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Mtro. Alejandro Silva Antúnez

Psicólogo y Psicoanalista

(Cédula 08720770)

Atención psicológica para adultos, adolescentes y niños.

Datos de Contacto:

Celular: (04455) 1361 4577 (preferente)

Consultorio: (55) 6647 5665 (recados)

Correo electrónico: alejandro.silvaan@gmail.com

Horario:

Lunes a Viernes de 8AM a 9PM

Sábado de 8AM a 2PM

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Circunvalación Poniente #10

Cd. Satélite, Naucalpan.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Fútbol e identidad


Participación del psicólogo y psicoanalista Alejandro Silva para el canal deportivo en TDN para el segmento "Psicología de la Confederaciones" del programa "Fútbol en Serio". 

La colaboración consistió en la elaboración y presentación de una serie de cápsulas informativas que conectan las "personalidades" de las selecciones nacionales de fútbol participantes en el torneo de la FIFA la Copa Confederaciones 2013 (en este caso de Brasil), con las raíces socioculturales propias de dichas naciones, y los ideales que representan para los espectadores.

Se buscó explicar cómo el carácter propio de cada uno de estos equipos funciona como un puente emocional entre sociedad e individuo, pues a la vez que sus características propias emanan desde la cultura a la que cada selección pertenece, también transmiten algunos rasgos esenciales de su cultura y sociedad, por ejemplo en su tradición y estilo de juego, que tiene un impacto específico en cada uno de los fanáticos y espectadores que los observan jugar fútbol.

Los jugadores y los equipos de fútbol, representan valores e ideales colectivos con los que cada individuo puede conectarse e identificarse, siendo esta una de las bases acerca del por qué este, como muchos otros deportes, despierta las más profundas emociones en las personas. Es decir, que a través de la identificación con los ideales y emociones evocadas en nosotros mismos a través de la "personalidad" de un equipo, o lo que este equipo represente para nosotros, podemos llegar a sentir que al menos en parte, compartimos un poco de identidad, siendo así que los equipos deportivos pasan a formar parte de nosotros, al menos de forma transitoria y temporal.






Espero que encentren atractiva la cápsula ;)

martes, 17 de septiembre de 2013

Identidad Nacional e Individual - ¿Qué es el malinchismo?

El término “malinchismo” suele utilizarse en México para describir a una persona con una marcada preferencia por lo extranjero sobre lo nacional. La palabra tiene su origen de la historia de La Malinche o Malintzin (en náhuatl), una mujer de la clase alta mexica, quien durante su infancia fue cedida como tributo a una comunidad maya de Tabasco. Tras la llegada de Hernán Cortés, le sirvió como traductora pues hablaba maya y náhuatl, además que con el tiempo aprendió castellano. Se dice que fue amante de Cortés y que tuvo un papel importante apoyando a los españoles durante la conquista, razón por la que ha sido catalogada como traidora de su pueblo.

Sin embargo, más allá de la historia del término, lo fundamental del “malinchismo” es la creencia de que algo es mejor por el simple hecho de ser extranjero. Esta creencia puede entenderse de dos maneras: la primera es la sobrevaloración de lo extranjero, y la segunda es el menosprecio por lo nacional. Digamos que son las dos caras de la misma moneda.

Es importante hacer la aclaración para poder distinguir entre lo que es “malinchismo” y lo que puede ser crítica hacia algo nacional, o admiración por algo extranjero. Si admiramos la puntualidad característica del transporte en Inglaterra, no somos malinchistas. Tampoco lo somos si criticamos la desorganización con la que funcionan algunas Instituciones nacionales. Malinchismo sería afirmar, más allá de toda duda, que lo mexicano es desorganizado (malo) por ser mexicano y lo inglés es puntual (bueno) por ser inglés. 

En el malinchismo, la preferencia por lo de fuera sobre lo interno se refiere a productos, actitudes y características de los países, es decir que tiene que ver con la identidad nacional. Sin embargo, quizá podamos entender un poco mejor el fenómeno si lo trasladamos a un contexto más limitado como puede ser la identidad personal, es decir a los productos (acciones), actitudes y características de una persona.

En el ámbito individual entenderíamos por “malinchista” a aquel que devalúa sus propias características  logros, esfuerzos, etc., por el simple hecho de ser suyos. Existen personas que por diferentes motivos, tienen una gran dificultad para reconocer sus éxitos, o tienden a juzgar estos logros como poco merecidos o insuficientes. 

En general son personas inseguras y dependientes, puesto que necesitan de la constante aprobación externa para sentirse reconocidas. En este caso encontraríamos a personas con tendencias depresivas, es decir propensas a sentirse tristes, frustradas, con una baja autoestima, con dificultades para encontrar placer en las actividades, etc. 

Otra cara del “malinchismo” en el plano individual, sería el presentado por aquellas personas que sufren de una envidia crónica, es decir que tienen el constante deseo de ser o tener lo que otros son o tienen por considerarlo mejor que lo que ellos mismos poseen como características. 

En este caso hallaríamos personas con características más narcisistas, es decir dificultad para tener empatía por los demás, con la sensación de un vacío interno que hace voltear hacia lo externo para buscar y conseguir cosas que aporten valor y tapen el vacío y minusvalía sentidos (por ejemplo dinero, apariencia, poder, etc.). 

El problema con este tipo de personas es que no construyen algo propio, sino que buscan quitarlo a los demás pasando por encima de ellos. No reconocen el esfuerzo que requieren las cosas, sino sólo el resultado, por lo que buscan los caminos más cortos para alcanzar lo que quieren sin considerar a otros. Lo único que les interesa es tapar y compensar su sensación de vacío.

Tampoco el primer grupo de personas (con tendencias depresivas) construyen algo propio, sino que suelen esperar que alguien más  haga las cosas por ellos, se ponen en manos de otros y esperan que sean los demás quienes les rescaten o resuelvan sus problemas. 

En ambos casos, el cambio sólo podría llegar a través de preguntarse y atreverse a afrontar los conflictos que se tienen, es decir haciéndose responsables por lo que cada uno de ellos, como personas, hacen, deciden, piensan o sienten. Sólo tomando esa responsabilidad puede dejar de evadirse, sólo así se puede dejar de culpar o envidiar a los demás por nuestro propio estado.

Analizando algunas características psicológicas de las personas que suelen valorar más lo ajeno por encima de lo propio, quizá podemos entender algunos de los conflictos que como nación tenemos. 

Entender así el “malinchismo” sería una forma de entender la baja autoestima de una nación como lo es México; si en verdad somos “malinchistas” quizá tenemos un problema de envidia y depresión como país que debemos resolver, y no será copiando o robando lo extranjero, ni devaluando nuestras capacidades e identidad, en espera de que alguien más resuelva nuestros pendientes que podremos avanzar, sino haciéndonos responsables por lo que nos sucede, aprendiendo de otros que están mejor, pero considerando los esfuerzos por ellos invertidos para obtener esos resultados.

Una versión breve del artículo fue publicada en el Portal salud180.com

miércoles, 5 de junio de 2013

El Hombre de las Ratas. Segunda Parte

El psicoanálisis es un método de investigación de los procesos inconscientes de la mente, se utiliza como técnica terapéutica y se sostiene en una serie de teorías de las que se sirve para explicar el funcionamiento psíquico de los sujetos. 

Con base en la historia clínica (resultante de las sesiones durante el tratamiento, y demás información que se obtiene de los pacientes), y la teoría psicoanalítica, se puede hacer lo que en psicoanálisis conocemos como psicodinamia. 


La psicodinamia es una explicación hipotética del funcionamiento mental y emocional (psíquico) del paciente con la cual buscamos entender las motivaciones y condicionantes inconscientes de los síntomas. 


En psicoanálisis, la psicodinamia es el diagnóstico que damos a nuestros pacientes, la forma en que desde nuestra teoría entendemos y explicamos el funcionamiento particular del sujeto en análisis.


A continuación presento una clave psicodinámica acerca del caso del Hombre de las Ratas, tomando como base la historia clínica (El Hombre de las Ratas. Primera Parte) que Freud nos legó respecto de él.  En esta clave se estudian algunos de los síntomas de Ernest y se ofrece una explicación hipotética sobre sus causas. No es na revisión exhaustiva del caso. 


Pretende ser una contribución original en la medida que esto es posible, pues mucho de lo expuesto ya ha sido mencionado por otros autores incluyendo al mismo Freud; también pretende ser un homenaje a aquellos que han inspirado estas ideas y un ejemplo de qué es y en qué consiste una clave psicodinámica:


Clave Psicoadinámica del Hombre de las Ratas


Ernest llega al tratamiento aquejado por una serie de ideas obsesivas que tienen que ver con el posible daño que su padre (ya fallecido) o su amada podrían sufrir. Por el contenido de sus representaciones obsesivas resulta evidente el importante monto de agresión dirigido hacia estas figuras, por quienes el paciente siente una gran ambivalencia.

Las imagos paternas son, por un lado temibles, crueles y omnipotentes, por el otro tiernas y comprensivas. La introyección ambivalente de la figura paterna responde a la fijación libidinal característica de Ernest, pues parece dominada por impulsos sádico anales como puede ejemplificarse con el terror despertado por el castigo de las ratas penetrando el ano del condenado. Pareciera que ante la angustia de castración fue vivida muy intensamente al sobrevenir el complejo Edípico en el paciente, favoreciendo una regresión al estadio anal del desarrollo.

Ernest por un lado se hallaba sobreestimulado por sus experiencias con las gobernantas, sustitutas de la madre; la excitación vivida debe haberle provocado una terrible angustia y temor a sus propios impulsos que sentía desbordarse. También el manejo de la agresión le resultó muy angustiante, por ejemplo los sentimientos de competencia contra el hermano lo llevaron a disparar en su contra una escopeta de juguete, asustando mucho al paciente de sus propios deseos, más que al resultado de la agresión.

Pienso que al momento de lidiar con el conflicto Edípico, Ernest se hallaba ante la amenaza de sentir que sus deseos sexuales y agresivos tenían el potencial de hacerse reales, hay que considerar que una de sus hermanas sí había fallecido, y que el contacto sexual con las gobernantas también había sido posible. Por temor a la omnipotencia de sus impulsos (pensamiento mágico), el paciente se defendió de los mismos a través de las obsesiones.

El uso de mecanismos proyectivos también le ha servido desde entonces a Ernest tanto para deshacerse de los peligros que implica reconocer como propios sus impulsos sexuales y agresivos, como para controlarlos a través de mandatos superyóicos. Esto obedece a que su superyó es muy punitivo (en consecuencia de su propia agresión) e impone reglas, prohibiciones y tareas por realizar que, como viniendo desde afuera, controlan o castigan los impulsos inconscientes de Ernest.

Por otra parte, el conflicto en la vida adulta de Ernest se agudizó a raíz de la muerte del padre. Su ausencia durante la agonía del padre quizá represente el intento de negación que el paciente procuró sobre dicha pérdida. Luego un evento, aparentemente intrascendente, revive el dolor, angustia y reproche por la pérdida. Al comentario inocente de un tío, el paciente le da el sentido de un cuestionamiento a la virtud y fidelidad del padre muerto, dicho comentario se conecta con el desafío y hostilidad de Ernest dirigidas al padre durante toda su vida, por ejemplo durante la rabieta a sus 4 años.

La posibilidad de que el padre amara a otras mujeres además de la madre, abría la posibilidad de que él tuviera acceso a esta (al ya no ser codiciada por el padre). Por otro lado la ausencia del padre censor (en quien se había proyectado el superyó) dejaba vía libre a los deseos del paciente, la operación mental necesaria fue el fortalecimiento sus inhibiciones, temores e ideas obsesivas.

Nuevamente el pensamiento mágico y omnipotente domina el escenario, si la muerte del padre trajera algún beneficio al paciente, este podría percatarse de su deseo de que aquel muriera, equiparando el deseo con la realidad, así es posible entender el reproche de criminal que Ernest se hacía a sí mismo en distintas ocasiones. El paciente también necesita mantener viva la imagen del padre para tener un objeto externo contra el cual rebelarse, pero también por el cual ser contenido.


Diagnóstico. Neurosis obsesivo compulsiva con rasgos paranoides.
Pronóstico. Favorable
Tratamiento. Psicoanálisis 4 veces por semana.

viernes, 3 de mayo de 2013

El Hombre de las Ratas. Primera Parte.

Uno de los casos clínicos más famosos de Freud es el del Hombre de las Ratas. Acerca de él se han publicado numerosos artículos, libros, ensayos, etc. El caso trata sobre un caso "de moderada gravedad", según Freud, de una neurosis obsesiva.

Mucho se ha especulado acerca de si el Hombre de las Ratas no sufría en realidad de una paranoia, ya fuese  francamente psicótica, o cuando menos un trastorno paranoide de la personalidad. Sin duda los síntomas e historia de este caso resultan "floridos", y se ha convertido en una piedra angular en el estudio psicoanalítico de los síntomas obsesivos.

A continuación un resumen de la historia clínica del Hombre de las Ratas tomando como base el ensayo de Freud:

(Para consultar la explicación psicoanalítica del caso de Ernst Lanzer, el famosos "Hombre de las Ratas" se puede consultar el artículo publicado también en este blog en el siguiente link: http://psicalejandrosilva.blogspot.mx/2013/06/el-hombre-de-las-ratas-segunda-parte.html )


FICHA DE IDENTIFICACIÓN

Nombre: Ernest Lanzer
Edad: 29 años
Lugar de nacimiento y residencia: Viena

Religión: Practicante.
Escolaridad: Licenciado en Derecho
Nivel Socioeconómico: Alto
Fuente de Referencia: Llega a tratamiento tras haber hojeado el libro de “Psicopatología de la vida cotidiana” y hallar en él el esclare cimiento de unos raros enlaces de palabras que le hicieron acordarse de sus propios trabajos de pensamiento, esto lo resolvió a confiarse de Freud.
Inicio de tratamiento: Inicia tratamiento el 1° de octubre de 1907, concluyendo 9 meses después en julio de 1908.
Tratamientos anteriores: El único provechoso fue un tratamiento de aguas en un instituto, pero dice que sirvió por haber establecido un vínculo con una mujer con quien tenía relaciones sexuales.

Motivo de Consulta.

Padece de representaciones obsesivas desde la infancia, pero con particular intensidad desde hace 4 años. El contenido de sus representaciones obsesivas incluyen temores de que les suceda algo a  su padre y/o a una dama a quien admira, dice amar mucho a ambos. Además dice sentir impulsos obsesivos como a cortarse el cuello con una navaja de afeitar, y a producir prohibiciones referidas aún a cosas indiferentes. La lucha contra estas ideas le ha hecho perder años de su vida. La enfermedad se ha acrecentado desde la muerte de su padre.

Padecimiento actual.

En agosto del año en que comenzó el tratamiento, Ernest realizaba maniobras militares, durante algún periodo sus ideas obsesivas que lo habían martirizado y dejado en un estado miserable, según sus propias palabras, habían cedido. Un día tras una marcha desde X, el paciente perdió sus quevedos, para no detenerse a buscarlos decidió renunciar a ellos y en cambio telegrafiar a su óptico en Viena para que a vuelta de correo le enviara unos nuevos.

Durante una pausa en la marcha desde X donde había perdido los anteojos se vio involucrado en una charla con dos oficiales, uno de los cuales que era de origen checo, le parecía particularmente afecto a la crueldad, causando mucha angustia en Ernest. En esa plática el capitán antes referido contó haber leído sobre un modo de tortura, especialmente terrorífico a juicio del paciente, que consistía en atar al condenado, luego sobre su trasero es puesto un tarro dado vuelta, en este luego se hacen entrar ratas que penetraban en el ano.

En el momento de escuchar el relato del capitán, Ernest fue sacudido por la representación de que eso sucedería a una persona que le fuera querida, en particular son su dama y el padre quienes sufrirían la tortura (a pesar de que el padre ya había fallecido). El paciente se revuelve contra esa idea y declara lo ajena que le resulta, la tortura sería sufrida de forma indirecta, es decir no era él quien se veía haciéndolo.

A la tarde siguiente, el mismo capitán le dio un paquete que había llegado con el correo que contenía sus quevedos y le dijo que el teniente primero A. había pagado el reembolso por él, así que era a quien debía devolver el importe. Al momento se le presentó la siguiente sanción: no devolver el dinero, de lo contrario sucedería la tortura a la dama y al padre. Enseguida dicha sanción se transformó en un juramento que decía “Tú debes devolver al teniente primero A. las 3.8 coronas”.

Surgieron las mayores dificultades, aparentemente objetivas, para devolver la suma de dinero. Primero intentó devolverlo a través de otro oficial que iba a la oficina de correos, pero este no encontró en su visita al teniente primero A. lo cual alegró al paciente, pues el juramento decía que él tenía que devolverlo. Por fin se topó con el teniente buscado, pero este rechazó el dinero diciendo que no era él, sino el teniente primero B. quien tenía a su cargo el correo.

Ernest quedó muy afectado pues no podría mantener su juramento. Se inventó entonces una extraña solución, iría con ambos tenientes a la estafeta postal, allí A. daría a la encargada de la oficina las 3.8 coronas, la señorita daría a B. el dinero, y este, de acuerdo con su juramento, devolvería a A. las 3.8 coronas.

El paciente estaba agobiado por no poder cumplir su juramento tras terminar las maniobras militares. Todavía en el ferrocarril de vuelta a Viena pensó y dudó en varias estaciones si debía cambiar de rumbo e ir a donde el teniente primero A. se encontraba para devolverle el importe, hacía cuentas mentales sobre las rutas, horarios y direcciones del ferrocarril, y buscaba señales divinas que le indicaran qué debía hacer.

Finalmente buscó a un amigo que siempre lo tranquilizaba para exponerle su situación y buscar consejo, este hizo lo esperado, pasaron la noche en casa del amigo con la promesa que al día siguiente irían ambos al correo para devolver las 3.8 coronas a la chica de la oficina. Que el paciente accediera a ello dejaba claro que sabía desde un inicio que no eran ni el teniente primero A., ni B. los acreedores del dinero, sino la empleada del correo.

En tratamiento el paciente recordó que antes de la charla con el capitán cruel había conocido a otro capitán, quien al escuchar el apellido del paciente, se presentó y le comentó que estando en la estafeta postal, la señorita encargada de la oficina le había preguntado si conocía al teniente L. (el paciente), el capitán contestó que no, pero la señorita dijo que confiaría en el teniente y ella misma pagaría por lo mientras el importe.

A pesar de que él mismo había sabido quién debía recibir las 3.8 coronas, había armado un juramento  en el que debía pagar al teniente primero A. Las dudas lo volvieron a asaltar tras dejar a su amigo y haber devuelto el importe a la señorita del correo y tomó entonces la decisión de consultar un médico, con la intención de que este le podría extender un certificado según el cual, para reestablecerse, el teniente primero A. debería aceptarle las 3.8 coronas.

Historia Familiar.

Madre. Fue criada como parienta lejana dentro de una familia adinerada que tenía una gran empresa industrial. Ernest refiere que la relación entre sus padres era bastante buena; sabe por haber escuchado bromas entre sus padres, que su papá, antes de conocer a su mamá había cortejado a una muchacha linda y pobre, de familia modesta. Luego, tras la muerte del padre, la madre de Ernest le comunicó un día que había hablado con su familia respecto al futuro de este, uno de sus primos ricos había expresado su disposición a entregarla una de sus hijas como esposa cuando él terminara sus estudios, así tal vinculación con los negocios familiares le abrirían un brillante futuro profesional.

Padre. Al casarse con su esposa entró a trabajar a la empresa familiar de ella, accediendo a una posición socioeconómica bastante buena. Fue un hombre de excelentes dotes, antes de casarse con la madre del paciente fe suboficial en el ejército, esto dejó en él francas maneras de soldado y una predilección por las expresiones rudas. A pesar de ello lo singularizaba un cordial sentido del humor y una bondadosa indulgencia hacia sus prójimos, estas características complementaban su carácter. Pretendió, de acuerdo con el paciente, usar una benévola franqueza para señalar los yerros y faltas de sus hijos, más que ser una figura de autoridad inatacable; describe su relación como los mejores amigos.

Hermana 1. Es la mayor, actualmente está casada.

Hermana 2. Era 4 o 5 años mayor que el paciente. Murió de una enfermedad cuando Ernest tenía aproximadamente 4 años de edad.

Hermana 3 y 4. No se dispone de información sobre ellas.

Hermano 1. Es un año y medio menor que el paciente. En cuanto a su relación con él, refiere estar en excelentes términos actualmente salvo por la intención de este último en casarse, cosa que a Ernest le parece un disparate. Reconoce haber tenido la idea de viajar hasta donde el hermano vive y matar a la mujer en cuestión para que no pueda haber matrimonio. Dice que salvo por celos y peleas infantiles, a causa de que el hermano era más fuerte, bello, y por lo tanto el preferido, su relación ha sido muy buena, siendo inseparables.

Hermana 5. Es 3 años menor que el paciente, actualmente está casada.

Historia Personal.

Cuando el paciente era pequeño, más o menos cuando su hermana enfermó (3 o 4 años), ubica un suceso que la  madre le había relatado en ocasiones. Debía haber hecho algo enojoso, por lo cual el padre le pegó; el paciente fue presa de una terrible ira e insultaba todavía bajo los golpes del padre, pero como en aquel entonces no conocía palabras insultantes, recurrió a todos los nombres de objetos que se le iban ocurriendo y decía “¡Eh tú lámpara, pañuelo, plato!”. El padre sorprendido, cesó los golpes y expresó “¡este chico será un gran hombre o un gran criminal!”. Al parecer, la impresión de tal escena tuvo un efecto duradero, pues el padre no volvió a pegarle jamás, también en el paciente dejó su huella, pues durante toda su vida tuvo una angustia terrible a los golpes.

A los 4 o 5 años (aunque el recuerdo completo se tiene a los 6) recuerda una escena en su cuarto con la señorita Peter, una joven y muy bella gobernanta que tenían en casa. Una velada ella yacía sobre el sofá  ligeramente vestida mientras leía; el paciente estaba recostado junto a ella y le pidió permiso para deslizarse bajo su falda. La gobernanta lo permitió, siempre que Ernest no dijera nada a nadie. Ella tenía poca ropa encima, tocó su vientre y sus genitales que le parecieron curiosos; desde entonces refiere haberle quedado una curiosidad ardiente y atormentadora por ver el cuerpo femenino. Aguardaba con tensión el momento en que ella entrara desnuda al agua de los baños cuando aún le permitían acompañarla a ella y a sus hermanas al mismo.

A los 6 años había en casa otra señorita, Lina, también muy joven y bella que tenía abscesos en las nalgas y al anochecer solía estrujárselos. El paciente acechaba ese momento para saciar su curiosidad. El paciente solía dormir en la habitación de sus padres.

A esa misma edad padecía de erecciones, una vez acudió con su padre para quejarse. Por entonces tuvo que superar unos reparos, pues vislumbraba el nexo con sus representaciones y curiosidad; tuvo durante algún tiempo la idea enfermiza de que los padres sabrían sus pensamientos, lo cual se explicaba a sí mismo podría suceder por haberlos declarado sin oírlos él mismo. Él ubica en ese entonces el comienzo de su enfermedad. Había personas, muchachas, que le gustaban mucho y por quienes sentía un urgente deseo de verlas desnudas, pero a raíz de dicho deseo tenía un sentimiento ominoso, como si por fuerza habría de suceder “algo” (como que su padre moriría) si él lo pensaba, y debía hacer toda clase de cosas para impedirlo. El paciente refiere haber tenido mociones sensuales mucho más intensas durante su infancia que durante la adolescencia.

Hacia los 7 años recuerda haber escuchado, junto con su hermano 1 ½ años menor, una conversación entre la señorita Lina, la cocinera y otra muchacha. La señorita Lina decía “con el pequeño es claro que una lo podría hacer, pero Ernest es demasiado torpe, seguro no acertaría”. Aunque el paciente no entendió a qué se referían, si se percató del menosprecio y comenzó a llorar; Lina lo consoló. La describe como una mujer sin mayor inteligencia y con una gran necesidad sexual, no cree que ella haya hecho algo incorrecto con él, pero él se tomaba libertades con ella. Cuando Ernest se metía en la cama de Lina, la destapaba y la tocaba, lo cual ella consentía quieta.

A los 8 años de edad, relata haber tenido unas escopetas de juguete. En una ocasión cargó la suya y le dijo a su hermano que debía mirar dentro del caño pues vería algo ahí, cuando el hermano se acercó a mirar Ernest disparó la escopeta, el tiró dio en la frente del hermano sin mayores consecuencias. El paciente recuerda haberse puesto “fuera de sí” al percatarse que su intención ´había sido causarle un grave daño, se preguntaba ¿cómo podía haber hecho eso?

A los 12 años de edad amaba a una niña, hermana de un amigo suyo. Niega haberla querido ver desnuda como a otras mujeres, era aún muy chico para tener un amor sensual con ella. Sin embargo su amor no era correspondido como él esperaba; entonces tuvo una idea: ella le mostraría amor si a él le ocurría una desgracia, le apareció en la cabeza que podía ser la muerte de su padre, rechazó de inmediato dicha idea.

El padre del paciente muere de enfisema  9 años antes de iniciar el tratamiento, es decir cuando Ernest tenía 21 años de edad. Recuerda que una tarde preguntó a los médicos cuando podría considerarse superado el peligro de lo que él suponía era una crisis en la enfermedad del padre, el médico contestó que en un par de días. Confiado, Ernest fue a dormir por una hora, pero su sorpresa al despertarse fue la noticia de que el padre había fallecido.

Se hizo el reproche por no haber estado presente en el momento de la muerte de su padre, reforzado al enterarse por una enfermera que su padre había preguntado si ella era Ernest cuando esta se acercaba al lecho del enfermo en sus últimos días. El paciente refiere que el reproche no fue martirizador en un inicio, inclusive le costó trabajo asumir la muerte del padre, por ejemplo, solía pensar que debía contarle ocurrencias a su padre, o esperaba encontrarlo al entrar en una habitación.

Fue hasta año y medio después que el reproche por su omisión le ocasionó martirio al punto de tacharse de criminal. Ubicó el inicio del sufrimiento a partir de la muerte de una tía política y la visita de él a la casa mortuoria. Más específicamente a raíz de un comentario del tío viudo que dijo que a diferencia de otros maridos, él se había dedicado sólo a su mujer. El paciente sospechó que el tío aludía a su padre, poniendo en duda la fidelidad de este a la madre del paciente. Esta interpretación dada por el paciente, fue desmentida posteriormente por su tío.

A partir de entonces construyó una serie de pensamientos acerca de la perduración en el más allá; la más inmediata consecuencia de su reproche fue la imposibilidad de trabajar. El paciente, a pesar de ser un hombre inteligente y culto, se comportaba como si creyera en la vida eterna, en el más allá donde los castigos podrían seguir siendo aplicados al padre fallecido. Sólo el consuelo de su amigo lograba calmar su sentimiento de culpa.

La idea de la muerte de su padre también le cruzó por la cabeza un año y medio antes de la muerte de su padre. Para ese entonces él ya estaba enamorado de su dama y la idea que le cruzó, ante los impedimentos de su amor, fue que si su padre muriera quizá él se volvería tan rico que podría casarse con ella. Su manera de compensar esta idea fue deseando entonces que su padre no dejara herencia alguna para que él no pudiera beneficiarse de tan terrible pérdida.

Una conducta peculiar se daba cando estudiaba para rendir algún examen, jugaba también con la fantasía de que su padre aún vivía y podía retornar en cualquier momento. Arreglaba las cosas para estudiar tarde en las noches, luego entre las 12 y la 1 abría la puerta que daba hacia el zaguán como si el padre estuviera frente a ella, y luego regresaba al vestíbulo y en el espejo de este, contemplaba su pene desnudo.

La masturbación del paciente durante la pubertad fue casi nula, afirma que su potencia es normal y que su primera relación sexual fue a los 26 años. En realidad su quehacer onanista emergió en él hacia los 21 años, poco tiempo después de la muerte de su padre. Quedaba muy avergonzado tras cada satisfacción y pronto cesó de hacerlo; desde entonces sólo se masturbaba en ciertas ocasiones: cuando vivía o leía momentos particularmente bellos.

Actualmente mantiene relaciones sexuales en raras ocasiones y de forma irregular, no acude con prostitutas porque le producen asco. Su vida sexual ha sido en general pobre, la masturbación tuvo un papel ínfimo a los 16 o 17 años.


lunes, 25 de marzo de 2013

El caso Juanito de Freud: ¿Qué es lo castrado en la castración?


Uno de los casos clínicos más importantes de Freud fue el de Hans (Juanito en castellano). Un niño de 5 años de edad que sufría de una intensa fobia a los caballos. El tratamiento del pequeño paciente fue realizado por su propio padre, no por Freud; este último sólo fungió como guía en el análisis de Juanito, recordemos que en la época esta práctica (analizar a familiares) era común.

El caso ha dado para muchas discusiones, desde las éticas y técnicas relativas al tratamiento de familiares, al análisis de niños, entre otras, hasta discusiones teóricas sobre la sexualidad infantil, el origen de las fobias, el complejo de Edipo, etc. Este trabajo en particular se enfoca en el complejo de Castración, piedra angular en el caso del pequeño Juanito.



El análisis de Juanito tuvo un papel fundamental en el descubrimiento y descripción del complejo de castración. De acuerdo con Laplanche y Pontalis, este complejo se centra en la fantasía de castración que aporta una respuesta al enigma, que la diferencia anatómica de los sexos, plantea al niño. Esta diferencia se atribuye al cercenamiento del pene en la niña. 

Esta teoría sexual del niño se ve influida por el momento de desarrollo psíquico pregenital presente, es decir que aunque el pene ya es durante la fase fálica la zona erógena más importante, teniendo su “pérdida” un fuerte impacto en el narcisismo, aún no se le concibe como un órgano con función reproductiva. 


¿Tiene el pene, como realidad anatómica, tal importancia en el complejo de castración?  ¿O lo que tiene valor es la fantasía de retaliación agresiva dirigida, durante la etapa fálica, al pene? ¿O lo importante es la función simbólica que adquiere la representación “pene” y por lo tanto la teoría infantil de castración  es la metáfora de alguna otra falta?


Freud señala desde La interpretación de los sueños la figuración simbólica de la castración, está representada por una falta, o bien por la insistencia en señalar el elemento fálico a través de la multiplicación de penes. Aquí le da a la castración el valor de símbolo, suceptible de ser desplazado, condensado, etc., es decir sujeto de las formaciones de lo inconsciente. 


Nuevamente Laplance y Pontalis apuntan respecto a la fantasía de castración que: “…se puede encontrar bajo diversos símbolos: el objeto amenazado puede desplazarse, el acto puede deformarse, y el agente paterno hallar los más diversos sustitutos.” Esta fantasía adquiere su efecto e importancia en el marco de la fase fálica del desarrollo psicosexual infantil, que “se caracteriza por la unificación de las pulsiones parciales bajo la primicia de los órganos genitales; pero a diferencia de la organización genital puberal, el niño o la niña no reconocen en esta fase más que un solo órgano genital, el masculino, y la oposición de los sexos equivale a la oposición fálico-castrado.”


Sin embargo, el conflicto teórico respecto a la universalidad del complejo de castración, y de su papel en la niña han levantado desacuerdos entre los psicoanalistas. Me parece que los intentos que han habido por resolver la polémica respecto al papel que este complejo generaría en la niña se dirigen a devolverle su papel de fantasía, de símbolo y representación, más que de realidad. 


Algunas alternativas se han dirigido a localizar experiencias de pérdidas previas a la castración que tengan el valor de significar en retrospectiva el papel que el complejo de castración tiene durante la fase fálica. Por ejemplo, haciendo uso de las equivalencias simbólicas entre diversos objetos parciales el mismo Freud propuso la equivalencia psíquica entre pene-heces-niño, siendo los tres objetos susceptibles de ser desprendidos del cuerpo en la fantasía infantil. Freud remite esta equivalencia pues las heces fueron el primer fragmento del ser corporal al que el niño tuvo que renunciar. 

Por ejemplo, Melanie Klein propone una lógica distinta al ubicar la angustia de castración en una fase de desarrollo más temprano, y que resulta diferenciada en sus efectos dependiendo del sexo del bebé. La angustia de castración en ambos casos parte de una fase femenina común en el desarrollo oral, se origina con la fantasía de succión del pene del padre tras hacer una sustitución del pecho por el pene que la madre ha incorporado. 


El interjuego de ataques fantaseados característico de la posición esquizo paranoide, y la ambivalencia posterior en el desarrollo psíquico, tienen consecuencias en la angustia de castración. Los ataques al interior del cuerpo de la madre, y a los penes-bebés dentro de ella resultan en angustias de ataques equivalentes en el propio cuerpo, especialmente en el caso de la niña, cuyo interior es particularmente proclive al daño dado que la ausencia de un órgano genital como el pene no permite el reaseguro, con la realidad, de su integridad. 


El varón sufre en menor medida de esta angustia de daño interno, pero teme la castración por el ataque del pene malo dentro del cuerpo de su madre, que al introducir el propio, sería destruido en retaliación. Green dice de la teoría kleiniana de la castración que la angustia resultante es un aspecto muy parcial de una angustia mucho mayor, cuyo objeto, es el cuerpo y su interior. 


El conflicto que veo con este tipo de planteamiento es que dicha amenaza de pérdida puede remontarse y referirse análogamente a un evento traumático cada vez más temprano en el desarrollo. Pienso que referirlo a una protoexperiencia, ya sea de pérdida o de angustia, quita el sentido y significado particular que cada pérdida tiene en el Anlage  de cada etapa del desarrollo psíquico.


Otra explicación original sobre el complejo de castración es la que brinda Lacan al retomar el concepto del falo que Freud insinuó, y organizar bajo él, toda la estructura de su teoría. Lacan pone nuevamente al centro de la discusión psicoanalítica el complejo de Edipo, siendo el complejo de castración básico para originarlo. 


Por varios años las investigaciones, como las de Klein, se habían enfocado en las etapas preedípicas.


Nasio señala 3 puntos centrales en la teoría lacaniana respecto a su concepción del humano, en primer lugar lo define como un hombre que simboliza, que metaforiza, y en el cual, la realidad no existe sino representada. Dice que vivimos en la metáfora, es decir que siempre suplimos la realidad por otras cosas que la designen, vive la realidad representada y el inconsciente es el conjunto de representaciones organizadas entre sí, como lenguaje del que él no tiene consciencia.


En segundo lugar, el hombre de Lacan es un hombre que desea, que quiere, que busca. Está ligado a las pulsiones, el deseo no se realiza nunca totalmente, sólo parcialmente, y ni sabemos que estamos animados por un deseo, ni tampoco sabemos muy bien de qué cosa es ese deseo. Esto lleva al tercer punto, que hace que el hombre de Lacan sea un hombre del reencuentro, del encuentro fallido y perdido. De ahí su expresión “no hay relación sexual” en el sentido de una relación completa, genital, y en que el deseo se colme, pues todos somos sujetos de una falta y no podemos brindar aquello de lo que carecemos.


En su teoría acerca del complejo de castración, se anudan los 3 registros de los que Lacan habla, la frustración corresponde al imaginario, la privación corresponde a lo Real, y finalmente la castración a lo Simbólico. Lacan plantea que el niño y la niña, insertos en un sistema cultural simbólico desde antes de su nacimiento, son quienes insisten en que algo falte al constatar la diferencia anatómica entre ellos, y el significado que brindan a esa falta depende de cómo se simbolice en su Edipo.


La falta originaria, al igual que en otras teorías, se remonta al desarrollo temprano. En este caso parte de dos sitios, el primero propio del bebé, quien busca repetir en toda satisfacción libidinal la huella mnémica producida por la primera satisfacción, es decir busca en el exterior rencontrar el objeto inexistente que brinde la plenitud absoluta. Esta búsqueda, mientras sea incompleta, moviliza las pulsiones.


En segundo lugar, esta falta originaria proviene de la madre misma, designada por su función como Otro. Es el Otro quien representa la posibilidad de completud absoluta que el bebé busca, pero ese Otro también es incompleto y no puede brindar aquello que no tiene. Todo este intercambio de expectativas imaginarias imposibles, pues el Otro-madre también desea colmar su falta con el bebé-falo, Lacan lo llama frustración. 


Luego la privación, en la que la falta se encuentra en algo real, como en el caso de la diferencia anatómica de los sexos y la oposición castrado-fálico. Sin embargo, todo esto cobra sentido a partir de la capacidad simbólica del sujeto, pues para Lacan no existen ni el hombre ni la mujer en lo real, sino desde lo simbólico, “donde lo real del cuerpo es organizado a través de lo simbólico, generando lo imaginario de una “individualidad”.


La castración se da cuando aparece en escena la Ley Paterna, y organiza las otras dos categorías de falta.  Para que la castración tenga sentido, exige la frustación, es decir la renuncia a ser el falo de la Madre, pero también le da sentido a la privación, pues solo desde lo simbólico la privación es concebible. 


Así planteado, el complejo de castración resulta de la simbolización que se hace sobre el objeto de la falta, el falo. En la etapa fálica, el pene como presencia o ausencia sólo tiene importancia respecto a cómo se haya asociado con el significante de la falta, el falo. Plantea una igualdad en el desarrollo infantil de niños y niñas previo a que la castración, como simbolización de la falta, tiene efecto.


En todo caso, pienso que lo castrado tiene poco que ver con el pene como realidad anatómica, coincido con las perspectivas que toman el concepto como símbolo de otra cosa, quizá pecho-pene de la madre, quizá la posibilidad de la completud a través de ser el falo de la madre, pero tomando como punto de partida la realidad anatómica que dispara, como Freud dedujo, una serie de fantasías que intentan explicar dicha diferencia. 


jueves, 21 de febrero de 2013

¿Cómo viven los hombres el amor?


Hablar sobre la forma en que los hombres viven el amor lleva inevitablemente a hacer algunas definiciones y generalizaciones algo arbitrarias acerca de lo que son los hombres y de lo que es el amor; sin embargo también es cierto que desde hace décadas se ha cuestionado desde muy distintos puntos de vista si los hombres y las mujeres perciben de igual manera los sucesos que viven, siendo uno de los más importantes el amor.

Desde un punto de vista biológico, los hombres y las mujeres nos desarrollamos de un modo distinto. Por ejemplo, el papel de las hormonas es importante desde el proceso de gestación de un bebé, y no solo porque determinan su sexo, sino también porque influyen en el desarrollo de ciertas áreas del cerebro, así como en la conexión entre estas áreas, lo cual tiene un efecto en la forma en que percibimos y por lo tanto, en que tomamos decisiones.

También hay estudios que revelan algunos efectos de las hormonas en el comportamiento social de los adultos. La testosterona se dice que afecta la interacción o cooperación entre personas, pues las vuelve más competitivas y están menos dispuestas a escuchar las propuestas de los demás. Por otra parte la oxitocina, que está presente en mayores concentraciones en las mujeres, tiene un efecto muy importante en el apego, por ejemplo sus niveles máximos de producción son durante la lactancia, favoreciendo el apego de la madre con su bebé.

Podemos comenzar a ver algunas diferencias en la conducta de hombres y mujeres que parten desde una base biológica; sin embargo no es suficiente para explicar todas las diferencias que hay en torno a cómo se vive el amor, pues los humanos somos también seres sociales y psicológicos. 

En el terreno de lo social, entran en acción las expectativas, valores, ideales y condiciones que cada cultura aporta para favorecer o inhibir ciertas conductas entre las personas. A estos roles culturales sobre lo que se espera de cada uno de los sexos, se les conoce como roles de género. Por ejemplo, que los hombres sean trabajadores, competitivos y atrevidos, mientras las mujeres delicadas, cariñosas y fieles, son algunos de los ideales de género que hay en la cultura occidental. 

Estos roles de género son aprendidos consciente e inconscientemente, y marcan conductas a seguir para las personas, pero también limitan algunas otras. Que los hombres no lloren, ni se muestren vulnerables limita algunas formas de expresar el amor romántico para ellos, pero esto no quiere decir que no se enamoren o tengan sentimientos, sino que tienen otras formas de expresarlo. 

Uno de los principales conflictos entre hombres y mujeres que son pareja, tiene que ver con la forma en que cada uno expresa sus sentimientos de amor y cariño hacia el otro. Suele suceder que mientras la mujer, más sensible, tierna y romántica por su rol de género, espera ese mismo tipo de muestras de amor de su pareja; mientras tanto el hombre, más enfocado en lo práctico, productivo y concreto, nunca se entera de lo que su pareja esperaba de él.

Mientras ella puede esperar detalles románticos, palabras tiernas o muestras de compromiso, los hombres suelen expresar su amor de otras maneras, por ejemplo ayudando a su pareja con tareas cotidianas, realizando actividades juntos, o siendo puntuales, es decir mostrando con acciones (y no con palabras o símbolos) su interés por la otra persona.

En general hay una tendencia de los hombres a expresar y vivir el amor de forma más práctica y concreta que las mujeres. Sin embargo, ni la biología, ni la sociedad, brindan razones suficientes para justificar algunas formas de vivir o huir del amor, pues por mucha biología o cultura que nos influya, los humanos somos los únicos seres vivos conscientes y capaces de reflexionar y modificar nuestra conducta.

Las variaciones en la forma en que los hombres de una misma cultura viven el amor depende entonces de factores emocionales o psicológicos. Uno de los conflictos más usuales entre los hombres frente al amor, es el de sentirse atrapados cuando la relación de pareja llega a cierta profundidad, usualmente se le llama miedo al compromiso. 

Este rechazo a la cercanía puede expresarse de muchas formas, ya sea a través de infidelidades, malos tratos, distancia emocional, o simplemente no pudiendo establecer una relación seria. Este conflicto puede tener muchas motivaciones inconscientes, algunas de ellas ligadas al desarrollo temprano de la personalidad.

En el caso del niño, la madre es la primera persona con la que establece una relación de cercanía, esta cubre todas sus necesidades y él depende por completo de ella para su supervivencia. Al crecer, el niño va adquiriendo independencia e identidad; la forma en que se “separa” paulatinamente de la madre es de suma importancia, pues el varón en particular debe poder desprenderse de ella para “ser un hombrecito como papá” (u otro varón modelo). 

Si hay conflictos en esta separación, ya sea por dificultades del niño o de la madre para desprenderse, el niño siente coartada y en riesgo su capacidad, virilidad e independencia, pudiendo quedar marcado con una forma de sentirse ante la cercanía de otros, particularmente de las mujeres.

En todo caso, cada hombre es distinto, aunque hay ciertos factores que influyen en la conducta y vivencia del amor, pero en última instancia si uno, sea hombre o mujer, no se siente cómodo con su vida amorosa, ya sea por algo que él/ella haga o deje de hacer, o por el tipo de parejas que siempre se consigue, se puede reflexionar un poco sobre nuestra conducta, o buscar ayuda para modificar nuestros patrones de comportamiento, por suerte los seres humanos somos flexibles en nuestra forma de vivir.

martes, 15 de enero de 2013

¿Cómo pasar la Navidad sin los seres queridos?


La Navidad es una fecha importante dentro de nuestra cultura. La tradición más común es organizar una gran cena y pasar la ocasión con nuestra familia, pero ¿qué sucede cuando no podemos pasar la Navidad con nuestra familia? 

El impacto emocional que esto puede tener en nosotros depende de algunas circunstancias alrededor del hecho de no pasar la Navidad en familia, por ejemplo de las tradiciones familiares, de la relación que existe en ese momento con nuestros familiares, y del motivo de nuestra ausencia.

Sobre la relevancia de la celebración, hay familias que festejan y hacen reuniones constantemente a lo largo del año siendo todas igual de importantes, hay otras que “eligen” otras celebraciones como las más importantes del año (cumpleaños de la abuela, fiestas patrias, día de muertos, etc.), y hay algunas para las que la Navidad es la ocasión más especial del año. 

Así que cuando en nuestra familia hay grandes expectativas sobre pasar juntos la navidad, lo más probable es que nosotros mismos tengamos altas expectativas ligadas a esta fecha. Finalmente somos miembros del mismo grupo y compartimos más o menos las mismas tradiciones, y a mayor expectativa, mayor decepción en caso de no poder estar con los nuestros. 

Incluso hay familias en que la presión por reunirse en navidad se vuelve una exigencia (e incluso crítica) por que estemos presentes.

Adicionalmente, la causa de nuestra ausencia en esta celebración tiene un papel importante en nuestros sentimientos, ya sea, por ejemplo, por motivos de trabajo, de pareja o económicos, el principal detalle recae en si es nuestra decisión o nos sentimos obligados a causa de una presión externa a no estar presentes. Si la decisión recae en nosotros, tenemos el alivio de sentir que es una elección libre, pero el conflicto surge si la decisión no es nuestra, sino estamos “obligados” por las circunstancias externas, en este caso nos frustramos aún más.

Quizá el motivo más conflictivo tiene que ver con la negociación en pareja sobre la forma de pasar Navidad. En el mejor de los casos ambas familias se consideran como la propia, así que cenar con unos o con otros es igualmente disfrutable. Otro escenario positivo es cuando hay acuerdos más o menos satisfactorios entre la pareja y pasan una fecha con la familia de uno y otra con la familia del otro (Navidad y Año Nuevo), o cambian cada año el lugar del festejo.

Sin embargo, en los casos en que no hay acuerdos, o peor aún, en los que no hay una buena relación con la familia política, surgen conflictos emocionales importantes. Estos conflictos rebasan la decisión sobre la Navidad y suelen “destapar” problemas más profundos en la relación de pareja que son importantes de atender a tiempo. 

Otro factor que determina nuestro sentir cuando no podemos pasar la Navidad con nuestra familia es la relación y la situación familiar que existe en un momento dado. Si la relación es buena y, por ejemplo, y se une con la ausencia de un ser querido fallecido recientemente, la situación se torna muy dura. Las reuniones familiares suelen tener mayor importancia en circunstancias como estas porque sirven para apoyarse unos a otros y mantener la cohesión como grupo familiar. Por el contrario, si no tenemos una buena relación con la familia, el no pasar la Navidad con ellos puede provocar  incluso un sentimiento de  alivio.

Frecuentemente, el hecho de no pasar la Navidad con la familia se convierte en un reto que puede generar un sentimiento de frustración, pero identificar la forma en que lo manejamos es muy importante porque habla de la manera en que afrontamos otros retos y frustraciones, grandes y pequeños que se presentan en la vida. 

Cada quien responderá a la pregunta ¿qué pasa cuando no podemos pasar la Navidad con nuestra familia? de acuerdo sus circunstancias externas, pero también a su personalidad. Podemos aprovechar la ocasión para reflexionar si tendemos a culpar a los demás por nuestras dificultades, si la frustración saca lo peor de nosotros y reaccionamos de forma agresiva, o si la tristeza ciertamente “normal” de la situación se vuelve una bola de nieve que termina por deprimirnos.