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Mtro. Alejandro Silva Antúnez

Psicólogo y Psicoanalista

(Cédula 08720770)

Atención psicológica para adultos, adolescentes y niños.

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sábado, 23 de agosto de 2014

La Adopción: Más que un trámite legal

La adopción se refiere a la creación de un vínculo de parentesco entre dos personas, se crea una relación de paternidad o maternidad hacia un menor. La creación de dicho vínculo puede tratarse desde distintos puntos de vista, por ejemplo el jurídico que establece la normativa sobre los trámites de adopción, regula los derechos y obligaciones de los interesados, etc.

Sin embargo, la adopción implica más que un trámite burocrático y legal, desde otra perspectiva la creación de un vínculo filial-parental requiere de capacidad emocional y psicológica por parte de los padres adoptantes para recibir a un nuevo hijo, así como del adoptado para adaptarse y desarrollarse en un nuevo entorno.

El escenario específico que lleva a una pareja a tomar la decisión de adoptar es muy variado, aun así es frecuente que la dificultad o imposibilidad para concebir biológicamente o llevar a término un embarazo, lleve a la pareja a optar por la adopción de un menor. Si este es el caso, hay que tener presente que la pérdida de funciones biológicas también conlleva un proceso de duelo que trae consigo sentimientos de enojo, tristeza antes de llegar a la aceptación.

Es importante que la pareja tenga conciencia de los sentimientos y fantasías que emergen en ellos ante la pérdida de la posibilidad de tener hijos biológicos, esto supone una herida que poco tiene que ver con la capacidad de ser mamá o papá en el sentido de la crianza de un hijo, pero que  muchas veces genera miedo, culpa y enojo hacia la pareja.

Durante el duelo por la pérdida de esta función biológica, surgen dudas y fuertes cuestionamientos acerca de la capacidad de uno para ser padre, se siente vergüenza por sentir la pérdida como una incapacidad ante algo que “uno debería poder hacer”, surge enojo y hacemos reclamos a la pareja a la que en realidad están dirigidos a nosotros mismos. Conforme elaboramos todas estas emociones, podemos comenzar a tener nuevas esperanzas de ser padres y sentimos posible reparar el daño que inicialmente sentimos haber sufrido.

Cuando la decisión de adoptar surge como consecuencia del proceso de duelo, es el resultado del deseo de ser padres, y no como remedio o escape para la frustración, dolor y/o enojo que la pérdida provoca. La diferencia entre una u otra alternativa es enorme, en el primer caso tiene que ver con la esperanza y rescate de nuestro profundo deseo de tener un hijo, mientras en el segundo tiene que ver con el deseo de quitarnos un dolor.

Si bien todo aquel que está por convertirse en mamá o papá tiene una conglomeración de sentimientos, deseos, miedos e ideas sobre lo que le espera en su experiencia como padre y sobre cómo será su hijo/a, en el caso de los padres adoptivos dicha conglomeración suele estar más próxima a la superficie de la consciencia. Usualmente los padres adoptivos tienen la opción de elegir el sexo del menor, pero junto con esa certidumbre se agolpan un montón de dudas sobre la apariencia del niño, su origen, su estado de salud, etc.

Cuando por fin se recibe al menor en casa inicia el periodo de acoplamiento. El vínculo afectivo es algo que se construye, no está dado de inicio. Inicialmente sólo tenemos el deseo, las ganas y esperanzas de ser padres, con eso arropamos al menor y todo ello, las dudas y anhelos,  se van comprobando o descartando con la realidad del menor que tenemos ante nosotros, aprendemos a conocerlo y a conocernos en una nueva faceta.

Es importante recordar que habrá ambivalencia en nosotros, es decir tanto sentimientos lindos de reconocer, como sentimientos difíciles de reconocer hacia el bebé y hacia nosotros mismos, pero hay que tener en claro que esto no es exclusivo de los padres adoptivos, también los padres biológicos los tienen hacia sus bebés.

Conforme vayamos conociendo a nuestro hijo y confiando cada vez más en nuestra capacidad para cuidarlo, podremos ir apropiándonos del rol de mamá o papá que tenemos hacia él y del mismo modo el bebé se irá sintiendo integrado y apegado a nosotros. La edad del menor que hayamos adoptado es un factor importante a considerar dentro del proceso de adaptación, estar bien informados acerca de las características y desarrollo de niños de su edad puede servir como referencia para entender si presentan cierto tipo de ansiedad o son particularmente reactivos a cierto tipo de conflictos.

Tener preparado un espacio para recibir al niño como puede ser haber preparado y acondicionado su cuarto, tiempo en nuestro día para estar con él, atenderlo, etc., es una de las maneras prácticas de ir preparando igualmente un espacio en nuestras mentes y emociones para el menor. En la medida en que pensamos en él o ella y sus necesidades, en preparar o comprar cosas que puedan gustarle, planear actividades o formas en que pueda estar bien cuidado, nos va preparando para pensar y tener en consideración las necesidades del nuevo integrante de la familia.

Preparar a nuestros amigos y familiares cercanos para la llegada del niño también es importante, si conseguimos que las personas que nos respaldan y que son importantes para nosotros también estén ilusionadas con la llegada de un nuevo hijo, muy posiblemente puedan ayudarnos a nosotros y al bebé a sentirse queridos, aprobados e identificados.


Si todo el proceso de adopción es predominantemente placentero y representa para nosotros la posibilidad de cumplir el anhelo de ser padres para un hijo/a, lo más probable es que no tengamos problemas para hablar abiertamente acerca de la adopción, tanto con nuestro hijo, como con las personas alrededor de nosotros. Cuando el proceso de adopción o lo que esto representa para nosotros resulta conflictivo, doloroso, vergonzoso, etc., es cuando surgen problemas y conflictos para hablar con veracidad sobre ello con nuestro hijo o con los demás. Tras revisar primeramente qué conflictos emocionales puede representarnos la adopción a nivel personal, entonces podremos hablar de ello libre y naturalmente con nuestros hijos. 

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